21 de abril 2020 | Miami, Florida, Estados Unidos | Por Abel Márquez, División Interamericana
Desde la playa se apreciaba como una simple luz que ascendía en el cielo nublado para perderse de vista en muy pocos segundos, pero el lanzamiento de la cápsula espacial conocida como Dragon, el pasado mes de enero, significaba la prueba número 700 y la última que la compañía Space X hacía a la nave y que, en un futuro cercano, busca hacer viajes comerciales entre un continente y otro en tan solo 30 minutos. Mientras observábamos con mi esposa y escuchábamos el sonido supersónico, imaginaba lo fascinante que sería trasladarse con el impulso de un cohete espacial a 18,000 millas por hora en viajes de placer o de negocios y lo interesante que resulta pensar en que ese mismo proyecto busque llevar a Marte a los primeros humanos en el año 2024, ¡dentro de tan sólo 4 años!
Es probable que la actual crisis por la pandemia del coronavirus retrase los planes de esa y otras grandes empresas, pausando años de investigación y millones de dólares de inversión como lo ha hecho con tantas iniciativas en diferentes ramos; pero, mientras eso sucede, podríamos decir que el futuro que imaginábamos hace unos cuantos meses, ya nos alcanzó.
Hace un par de horas viajé hasta Caracas, Venezuela, para participar en un evento juvenil donde había más de 1500 asistentes. Al terminar de compartir un saludo en la ceremonia de clausura, apagué la pequeña lámpara casera frente a mi computadora, cerré la aplicación para videoconferencias y continué escribiendo este texto desde la comodidad de mi casa, a casi 1400 millas de distancia. Claro que no viajé en cohete, ni siquiera me trasladé físicamente, pero lo comparo con un viaje porque pude participar de un evento, compartir unas palabras y además escuché la emoción de los organizadores que culminaban el primer campamento de Conquistadores en la modalidad en línea, tal como si estuviésemos platicando persona a persona. Hasta hace unas semanas ellos planificaban realizar la actividad en un campamento en la ciudad de Teques y recibir a 500 campistas, pero debido a la pandemia, decidieron hacer un cambio en la modalidad y por ello el camporí se realizó por Internet.
Si se hubiese cancelado el evento con los planes originales, habría sido comprensible y completamente justificable, pero los líderes locales pensaron que aunque no podían reunir físicamente a tantas personas debido a las restricciones de distanciamiento social, sí podían cumplir con el objetivo de la actividad si se adaptaban a las circunstancias y cambiaban la modalidad a un evento en línea. La decisión rindió frutos, pues los Conquistadores y Guías Mayores acamparon en sus casas, se involucraron durante todas las sesiones en línea y al final hubo incluso algunos que decidieron entregar su vida a Jesús. Mientras las instalaciones del campamento Nora, en la ciudad de Teques, permanecieron vacías durante toda la semana, el evento transmitido por Facebook recibió al triple de personas de las que se habían convocado para la modalidad presencial.
Imagina cuántas iglesias están vacías estas semanas, cuántas escuelas y oficinas administrativas permanecen como abandonadas. Incluso, considera los miles de edificios en el mundo; centros comerciales, grandes rascacielos, estadios, arenas y teatros, que durante la cuarentena no cumplen la función para la que fueron construidos y por lo tanto son irrelevantes, ¡no sirven de nada! Pero más preocupante aún, piensa un poco en la cuerda tan delgada de la que dependemos hoy en día para comunicarnos. ¿Qué pasaría con el mundo si el internet y la telefonía fallaran por completo en este momento? ¿Cómo nos enteraríamos de las noticias y de las decisiones gubernamentales? ¿Cómo podríamos trabajar a control remoto? Y peor aún, ¿cómo podríamos compartir el amor de Dios con otros fuera de nuestra casa?
La disrupción causada por el coronavirus ha obligado a muchas iglesias a incursionar de la noche a la mañana en la implementación de nuevas tecnologías para la adoración, organizando la transmisión de cultos por Internet y estableciendo lazos de comunicación digitales entre miembros de iglesia y sus pastores, entre otras novedades; pero es imprescindible ser conscientes que esta es una oportunidad única que nos obliga a ser más audaces en nuestros esfuerzos creativos y de innovación para que el mensaje del evangelio llegue a más personas. Para ello, te compartimos algunos consejos básicos:
El futuro de la tecnología ya nos alcanzó, pero no sólo para que nos detengamos a reflexionar si estamos listos o no, sino para determinar cómo debemos concebir tal tecnología y los medios de comunicación. La cuarentena por la pandemia seguramente marcará un antes y un después en los métodos que utilizamos en la misión. No sigas haciendo lo mismo. De ahora en adelante, haz mucho más. “He aquí se cumplieron las cosas primeras, y yo anuncio cosas nuevas” -Isaías 42:9 (RVR)
Abel Márquez es director de comunicación de la División Interamericana de los Adventistas de Séptimo Día.