23 de abril de 2020 | Silver Spring, Maryland, Estados Unidos | Por Tim Aka

¡Veintidós millones de empleos perdidos en un mes en los Estados Unidos! Esta es una cifra abrumadora siendo que con ello desaparecen la mayoría de los trabajos que se habían ganado desde la crisis financiera global en 2008. Y con esta crisis que no parece disminuir muy pronto, la cifra seguramente se va a incrementar. La crisis del COVID-19 ha expuesto lo débil de las finanzas de muchas familias, siendo que tres cuartas partes de los estadounidenses estaban viviendo simplemente al día, de cheque a cheque, aun antes de la crisis. El constante descenso del nivel de vida en las naciones occidentales se va a acelerar por motivo de esta crisis. Muchas familias van a batallar para suplir sus necesidades básicas.

¿Qué significa esto en cuanto a la habilidad de nuestras familias y particularmente de nuestros jóvenes para hacer realidad sus sueños y aspiraciones? De acuerdo con la jerarquía de necesidades de Maslow, necesitamos satisfacer primero nuestras necesidades básicas de alimento, refugio y seguridad, a fin de poder elevarnos al siguiente nivel. Necesitamos también el sentido de pertenencia a una comunidad para poder continuar creciendo, todo lo cual el virus nos ha arrebatado. En 1943, Abraham Maslow propuso su modelo de salud sicológica y de desarrollo humano. Este modelo ha sido hasta ahora bien aceptado y forma las bases de las tareas de atención a la salud, educación y otros campos del desarrollo humano. La importancia de satisfacer las necesidades básicas a fin de que los seres humanos alcancen su potencial, es un concepto ampliamente reconocido.

En forma coincidente, en 1943, cerca del fin de la Segunda Guerra Mundial, John Maynard Keynes, del Reino Unido y Harry White, de los Estados Unidos, fijaron el marco del acuerdo Bretton Woods, que estableció las bases de la reconstrucción de la economía mundial después de la guerra. El concepto básico de este acuerdo fue el establecimiento del dólar estadounidense como la moneda global de las transacciones y de reserva. Y en efecto, Estados Unidos se convirtió en el banquero del mundo y desde entonces ha sido el poder financiero dominante. Nunca en la historia mundial se había visto el nivel de prosperidad alcanzado por esta era del dólar. Las necesidades básicas señaladas se habían estado supliendo  y muchos estaban subiendo al pináculo de la “actualización propia”. ¿Será que el descenso de la economía como resultado del COVID-19 será la bomba de neutrones que arrasará con las aspiraciones de generaciones?

Años antes de Maslow, se presentó y proclamó otro marco operativo que decía: “Bienaventurados los pobres en espíritu porque de los tales es el reino de los cielos”.  Y dichosos los que lloran, porque serán consolados”. “Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados”. “Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque el reino de los cielos les pertenece”. (Mat. 5: 3-10). Un pobre carpintero procedente del peor vecindario en la región, describió un concepto diferente para el desarrollo humano. Uno que no requiere de ninguna riqueza material para cumplirse. Uno que brinda gran esperanza para los pobres y desamparados del mundo. En una era cuando las riquezas eran consideradas como un emblema de la aprobación de Dios, los pobres recibieron estas buena nuevas y promesas con alegría y asombro.

Más aun, este Aldeano proclamaba que el reino de los cielos estaba a las puertas. Este reino se estaba acercando a ellos a pesar de su pobreza y miseria. Esta audaz aseveración fue recibida con desdén por parte de la élite, pero recibida abiertamente por aquellos que no tenían esperanza. Este pobre indigente dijo que este reino era como el cielo. Si se tenía tan solo un poquito de ello, cambiaría completamente la naturaleza del que lo tuviera y la invertiría totalmente. Si lograbas tener una vislumbre de ello, haría que todo perdiera su valor y, nada, sino un completo intercambio de todo lo que tenemos, por este tesoro, iba a poder satisfacer el alma.

Cristo anunció este reino hace dos mil años y nos lo ofreció como modelo de salud sicológica y desarrollo humano. ¿A qué más podemos aspirar sino a ser herederos del reino de los cielos; y más aún, a ser herederos juntamente con Cristo? En nuestra moderna posteridad es posible que hayamos perdido de vista este reino y el elevadísimo destino que ofrece a los seres humanos. Lo que es más, tal vez como adventistas que procuramos y esperamos el regreso de Cristo, hemos olvidado el más crucial de los principios proclamados por Cristo. Una doctrina que repitió una y otra vez: ¡El reino de los cielos se ha acercado! El reino de Cristo se inició hace dos mil años, aun cuando seguimos esperando el cumplimiento futuro de esta promesa.

Señala Elena G. White en su libro “El Deseado de todas las gentes”, p. 279: “Por la vida que vivimos mediante la gracia de Cristo se forma el carácter. . . Los atributos del carácter de Cristo son impartidos, y la imagen del Ser divino empieza a resplandecer. Los rostros de los hombres y mujeres que andan y trabajan con Dios expresan la paz del cielo. Están rodeados por la atmósfera celestial. Para esas almas, el reino de Dios empezó ya”.

Cristo caminó muy de cerca con un pequeño grupo de personas para ayudarlas a captar la visión de su reino, porque sabía que si así lo hacían, habrían de encender con su doctrina al mundo.  ¿Cómo serían nuestras iglesias si nosotros, como cristianos,  realmente adoptáramos la proclamación de Jesús y aceptáramos su invitación a ser parte de su reino hoy mismo? ¿Qué significaría para un mundo que vive con temor e incertidumbre, el contemplar rostros iluminados con la paz del cielo? ¿Qué tal si viviéramos como si el reino de los cielos ya hubiera comenzado?

Tim Aka es tesorero asociado y director de inversiones en la Asociación General de los Adventistas del Séptimo Día, en Silver Spring, Maryland.

Traducción – Gloria A. Castrejón

 

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