La estación de la gripe se acerca rápidamente en muchas regiones de los Estados Unidos y otros países. Como en años anteriores, los médicos recomiendan tomar medidas preventivas como lavarse las manos y cubrirse la boca y la nariz cuando se está enfermo. Esos son consejos que parecen muy comunes en la era del COVID-19.

Ara Chrissian es un pulmonólogo interventor y médico de cuidados críticos de Salud de la Universidad de Loma Linda, que regularmente atiende a pacientes hospitalizados con el COVID-19. Chrissian dice que la amenaza de la gripe, sumada al COVID-19, puede resultar extremadamente peligrosa, pero si se hacen uso de las precauciones adecuadas y que se conocen los síntomas es posible ayudar a limitar su diseminación.

“Si no se toman medidas preventivas, como por ejemplo la recomendada vacuna contra la gripe, la estación de la gripe y la pandemia del coronavirus podrían sumarse para colapsar el sistema sanitario”, dice Chrissian.

Los dos virus se diseminan de manera similar, principalmente por medio de las gotitas respiratorias creadas cuando uno habla, tose o estornuda. Chrissian dice que los virus de la gripe y el COVID-19 también tienen muchos síntomas en común.

“Ambos causan fiebre, tos, falta de aliento, dolor de cabeza, nariz tapada, dolores en el cuerpo, dolor de garganta y agotamiento o fatiga. Estos síntomas por sí solos no pueden ser usados para diferenciar una afección de la otra”, dice. “Sin embargo, comprender algunas diferencias puede ayudarnos a sospechar de una por sobre la otra, optimizar la terapia y contribuir a limitar su diseminación”.

Gripe, no COVID-19

Según el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades de los Estados Unidos (CDC), los adultos que tienen la gripe parecen ser los más contagiosos durante los primeros cuatro días de la enfermedad, pero siguen siendo contagiosos hasta por siete días. “Con la gripe, es posible diseminar el virus por unos siete días, y uno de esos días es antes de que la persona enferma muestre algún síntoma”, dice Chrissian.

La mayoría de las personas que contraen la gripe se recuperan en unos pocos días y, si no surgen complicaciones, pueden evitar la hospitalización y recuperarse por completo. Afortunadamente, para los pacientes que requieren de atención médica, los profesionales de salud están familiarizados con la gripe y se encuentran bien equipados para tratarla.

Para los pacientes de gripe, Chrissian dice que los medicamentos para la gripe de prescripción antiviral y aprobados por la Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos constituyen una gran línea de defensa. “Los que terminan siendo hospitalizados con la gripe o tienen mayores riesgos de sufrir complicaciones de la gripe son tratados con medicamentos antivirales tan pronto como es posible, y son controlados para ver si sufren síntomas nuevos o si estos empeoran, por facultativos que saben bien cómo luchar contra esta bestia tan común”, explica.

Quizá la diferencia más notable en los dos virus respiratorios es la disponibilidad de tratamientos preventivos. “Existen varias vacunas aprobadas contra la gripe que se crean cada año anticipando los virus que es probable que circulen esa temporada”, dice Chrissian. “La mejor y más simple manera de protegerse a uno mismo de la gripe y ayudar a reducir la diseminación del virus es vacunándose. Pero aún no existe una vacuna para prevenir el COVID-19”.

COVID-19, no la gripe

Un síntoma característico del COVID-19 es un cambio o la pérdida del gusto o el olfato. Aunque esto no se produce en todas las personas que se contagian del COVID-19 y es también un síntoma presente en las infecciones virales del resfrío común, no ha sido asociado con la gripe. Asimismo, si uno sabe cuándo estuvo expuesto a alguien con una enfermedad, Chrissian dice que se puede tener una mejor idea de cuánto puede durar el período de contagio, aun si uno sufre de síntomas leves o es asintomático.

“Una persona con COVID-19 puede en potencia diseminar el virus durante el doble de tiempo que alguien que tiene la gripe”, dice Chrissian. “Sin embargo, es probable que existan muchos factores que contribuyen al contagio de la persona, y aún estamos aprendiendo sobre ello”. También dice que un grado más elevado y una mayor duración del contagio parece verse de manera especial en los ancianos y en los que sufren alguna afección subyacente a la salud”.

El CDC también expresa que el COVID-19 ha sido vinculado a más eventos de gran diseminación que la gripe, lo que significa que el virus se esparce con mayor rapidez y facilidad que la gripe.

Entre las complicaciones adicionales que son comunes en el COVID-19 y que no suelen estar presentes en la gripe se encuentran el síndrome inflamatorio multisistémico en los niños, y la formación de coágulos en las venas y las arterias, lo que lleva a accidentes cerebrovasculares y ataques cardíacos.

Al tratar el COVID-19, los facultativos permanecen actualizados a medida que emergen nuevas opciones de tratamiento y una mejor comprensión del virus. “Aún estamos aprendiendo el alcance total de la manera en que el virus impacta sobre el cuerpo. Se están llevando a cabo muchos estudios, tanto nacionales como a nivel global, para hallar los mejores tratamientos”, dice Chrissian.

La versión original de esta historia fue publicada en el sitio de noticias de la Universidad de Loma Linda.

Traducción de Marcos Paseggi

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