La iniciativa busca disminuir la violencia ayudando a pasados miembros de pandillas a iniciar una nueva vida..
1 de mayo de 2022 | Loma Linda, California, Estados Unidos | Lisa Aubry, Loma Linda University Health News
Loma Linda University Health lanzó recientemente un programa de remoción de tatuajes para ayudar a las personas a borrar tatuajes visibles relacionados con pandillas o grupos antisociales. El programa es parte de un esfuerzo por aminorar la violencia asociada con pandillas por la cual es conocida la región de Inland Empire en el sur de California, Estados Unidos.
Sigrid Burruss, una cirujana traumatóloga en Loma Linda University Health, dijo que últimamente durante su práctica ha visto a más pacientes heridos violentamente, especialmente por causa de altercados afiliados a bandas o pandillas. Ella fundó el programa de remoción de tatuajes con el apoyo de Juan Carlos Belliard y el Institute for Community Partnerships (Instituto de asociaciones comunitarias) para atender el asunto desde un ángulo específico: la remoción de tatuajes estigmatizadores de los pacientes les puede ayudar a dejar de identificarse como miembros de pandillas y evitar continuar siendo blanco de repetidos asaltos.
“Los equipos que atienden traumas en el hospital no desean ver a nuestros pacientes regresar con nuevas lesiones”, dijo. Además de atender médicamente a los pacientes en el hospital, deseamos también, para empezar, tratar de atender las razones por las que fueron lesionados o heridos.
La cirujana Burruss dijo que los tatuajes son más que tinta en nuestra piel; tienen el poder de significar identidad, ideología y afiliación. La remoción de tatuajes, relacionados con pandillas o grupos antisociales, visibles en el rostro, cabeza, cuello o manos, puede ayudar a la persona a protegerse a sí misma y personificar la imagen propia que desea proyectar al mundo.El programa de remoción de tatuajes tiene como propósito prestar un servicio a aquellas personas con un historial de involucración con pandillas, que viven en la pobreza y minorías o personas subrepresentadas que procuran deshacerse de marcadores tatuados de tiempos pasados, a fin de avanzar hacia el futuro, reintegrarse a la sociedad y encontrar empleo.
Los pacientes elegibles deben haber cumplido por lo menos diez horas de servicio a la comunidad a través de las organizaciones de su elección, tales como refugios de personas indigentes, huertos comunitarios, o iglesias. Dijo la Dra. Burruss que este requisito es una forma, a través del programa, de involucrar a estas personas para que se conecten con su comunidad en forma significativa.
El programa ha logrado hasta hoy una respuesta arrolladora, dijo la Dra. Burruss. Durante los primeros días de operación del programa, más de 100 personas interesadas se acercaron con solicitudes y preguntas. La Dra. Burruss informa que la demanda continúa sólida y constante, lo cual testifica acerca de la necesidad que representa dentro de la comunidad.
David Loya, de treinta y cuatro años, quien ayuda a personas en su transición fuera de la prisión, en busca de empleo, es uno de los pacientes que ha expresado su gratitud por el programa. Dice que se está quitando sus tatuajes en el rostro porque ya no representan la persona que es actualmente y el hacerlo potenciará su habilidad para ayudar a sus clientes al hablar a propietarios de negocios en favor de ellos.“Cuando me veo en el espejo, mis tatuajes me recuerdan quién era y ya no soy más esa persona”, dijo el joven Loya. “Me he dado cuenta de que cuando hablo con la gente, al ver mi rostro se muestran poco amigables o distanciados. Aunque eventualmente se entibia la conexión, deseo quitarme del rostro esos tatuajes a fin de no ser juzgado mal y además poder verme en el espejo sin recordar mis errores pasados”.
David Loya, quien creció en la región del Inland Empire, dijo que en su adolescencia se “involucró en las calles” y se “juntó con las personas equivocadas”, llevando un estilo de vida que implicaba tatuajes, códigos específicos de vestimenta y abuso de sustancias dañinas.
Durante siete años frecuentó correccionales y prisión de menores, haciéndose más y más tatuajes para expresar su identidad como gánster, dijo. La última vez que se encontró en prisión enfrentando una seria sentencia cuando tenía 27 años, dijo que experimentó un cambio trascendental de corazón: “Estaba sentado en la celda de la prisión y me sentía realmente cansado. Y pensé: “Esto no es nada bueno ni divertido. No deseo este tipo de vida”.
Una vez fuera de la cárcel, el joven Loya asistió a un hogar de hombres cristianos de The Way World Outreach, en donde dice que cambió su mentalidad y experimentó un fuerte llamado a ayudar a otros. Actualmente trabaja como líder en su iglesia, ayudando a personas en libertad condicional, reclusos y aquellos que salen de prisión, en su transición de regreso a la sociedad, a obtener empleo e iniciar negocios. La remoción de sus tatuajes en el rostro fue simplemente otro paso hacia la capacidad de ayudar a otros, dijo.“Se siente bien. Parece como lo que es correcto hacer y como si estoy olvidando el pasado y avanzando hacia un futuro brillante”.
Como muchos otros pacientes, el joven Loya está volviendo al programa de remoción de tatuajes para múltiples visitas, siendo que las heridas deben sanar a través de semanas entre las sesiones de remoción. Dijo que le emociona el llegar a la última sesión y ver el resultado.
Nunca pensé que podría hacerlo”, dijo el joven Loya. “Me siento feliz de que exista un programa para gente ahí afuera que se pone el tatuaje que desea, pero que ahora tiene una actitud y mentalidad diferente. Este programa es una solución para ello”.
El programa de remoción de tatuajes de LLU ha sido posible gracias a un equipo de dedicados enfermeros practicantes, coordinador del programa Andre Ike y apoyo financiero del Instituto de Asociaciones Comunitarias, dijo la cirujana Burruss.. “Sin ellos, este programa no existiría”. Burruss dijo que programas de remoción de tatuajes como el de Loma Linda University Health, forman parte de una todavía mayor iniciativa para apoyar a aquellos que lo necesitan más en la comunidad. Dado el bajo estado socioeconómico de la zona y los bajos porcentajes de graduados de escuela secundaria y universidad, afirma la Dra. Burruss que “no sorprende” ver esos niveles de violencia.
“Tenemos la total obligación de atender este asunto desde diferentes ángulos para apoyar y elevar la comunidad en la que nos encontramos”, dijo la Dra. Burruss. “Este programa de remoción de tatuajes es uno de ellos”.
La versión original de esta noticia se publicó en el sitio de noticias de Loma Linda University Health.
Traducción – Gloria A. Castrejón