Ella Simmons reflexiona sobre su histórico nombramiento y futura jornada.
7 de junio de 2022 | San Luis, Missouri, Estados Unidos | Wilona Karimabadi
Ella Simmons es una orgullosa hija de Louisville, Kentucky. Es también una educadora, esposa, madre, abuela, bisabuela y la primera mujer vicepresidenta de la Asociación General. Pasar tiempo con este ser bondadoso y compasivo ser humano de habla queda, con un gran corazón hacia las personas, es sentarse cara a cara ante alguien que ha hecho historia y cuya vida ha sido guiada por su Creador.
Procedente de una unida familia bautista, Ella Simmons creció entre cinco hermanos, quienes la prepararon para lo que iba a llegar a ser. Como estudiante de escuela elemental durante el periodo de integración después de la época de segregación, no estaba siempre consciente de los disturbios políticos y sociales a su alrededor, relacionados con la integración. “Nuestro vecindario era racialmente mixto, así que no comprendía exactamente qué estaba ocurriendo, excepto que iba a asistir a la otra escuela a la que asistían mis otros amigos, mis amigos de raza blanca de mi vecindario. Para mí, eso no era positivo ni negativo, era simplemente un cambio. Pero mis padres no estaban muy seguros de que eso era seguro, debido al tipo de cosas que estaban sucediendo en el país”, dice.
Deseando infundir confianza y valor en su pequeña hija, los padres de Ella Simmons le permitieron caminar ella sola a la escuela. Pero lo que ella no sabía era que ellos la seguían en secreto a la distancia. “Ellos me acompañaban camino a la escuela de esa manera a fin de que me sintiera independiente, pero no confiaban en la sociedad. Resulta que las cosas eran muy pacíficas en nuestra población, por lo menos en nuestro vecindario”, añade.
La vicepresidenta Simmons conoció a Nord, su esposo, en la escuela secundaria. Pero esos eran los años durante la guerra en Vietnam y la vida estaba cambiando rápidamente para muchas personas en su círculo. “Mi esposo y yo éramos grandes amigos en la escuela secundaria. Éramos grandes compañeros. Después de la escuela secundaria, cuando estábamos listos a separarnos para ir a diferentes universidades, nos dimos cuenta de pronto que realmente deseábamos estar juntos.”, dice. “[Esta] era la época de la guerra en Vietnam, muchos de nuestros amigos habían sido enviados a esa guerra y muchos de ellos estaban muriendo en ella. Así que, por supuesto, siendo arrastrados por esta romántica gran saga, pensé: Oh, él se va a ir a la guerra. Así que decidimos que yo renunciaría a mi beca en la Universidad Andrews y el rechazaría su beca en la Universidad Hampton. Íbamos simplemente a contraer matrimonio y a estudiar a lo largo del camino”. Como cualquiera podría imaginarse, esto causó gran aflicción en la familia de Ella. Pero la joven pareja estaba determinada y a la edad de 18 años, Ella Simmons’ se convirtió en una mujer casada.
Ella había aceptado el mensaje adventista solo unos pocos años antes a través de unas reuniones de evangelización. “Sé que fue providencial, porque Dios colocó esa enorme carpa literalmente enfrente de la calle de nuestra casa. Anteriormente a ello y por aproximadamente dos años, había estado tratando de comprender por mi propia cuenta algunas verdades bíblicas y luchaba con discrepancias entre lo que estaba leyendo y aprendiendo de la Biblia y las prácticas de estilo de vida de mi familia y amigos bautistas que no concordaban exactamente con lo que estaba leyendo”, dijo.
“Me inicié en esta jornada [como una joven adolescente], tratando de rastrear la historia del sábado y entender cómo habían llegado a ocurrir los cambios. En alguna ocasión habíamos tenido la visita de un rabino y dos pastores cristianos en nuestra escuela secundaria para tener una discusión panel sobre diferencias religiosas. Los cuestionamos acerca de creencias religiosas. Recuerdo hasta la fecha que mi espontánea pregunta fue: ‘¿Bajo qué autoridad se cambió el reposo del sábado, o séptimo día de la semana al domingo, primer día de la semana?’ Eso causó un fuerte impacto en todos ellos. Pero yo había estado pensando previamente en forma privada acerca de esas cosas. Así que al encontrar tales respuestas a mi pregunta, me convertí en una adventista”.
Ya dentro de su carrera en educación, Ella Simmons escuchó el llamado de Dios para asistir a la Universidad Oakwood (entonces Colegio Oakwood), en donde jugó el papel de vicepresidenta de asuntos académicos. Después de la Sesión de la Asociación General en 2000 celebrada en Toronto, Canadá, la Dra. Simmons fue invitada a prestar sus servicios en la Universidad La Sierra como vicepresidenta de administración académica y preboste. “Vivimos en Riverside, muy cerca de la universidad y gustamos de cada momento de esa experiencia. Disfrutamos inmensamente de la estancia en La Sierra. Pero entonces sentimos el llamado a salir de allí. Fue una experiencia ‘Abrahán y Sara’. No sabíamos a donde íbamos; no teníamos una sola pista. Dios solamente nos dijo que nos fuéramos. Así que vendimos nuestra casa antes de la graduación de ese año”. Sin un camino claro por delante, la Dra. Simmons estaba procurando enseñar en el nivel de posgrado. Incluso tenía invitaciones para prestar sus servicios como presidenta de otras universidades adventistas. Pero Dios manifestó un claro no a esas opciones.
“Entonces el presidente de la AG, Jan Paulsen, me llamó a su oficina y me sorprendió con lo que él estaba considerando en términos de ser nominada para prestar mis servicios en la Asociación General como vicepresidenta. Mi reacción inicial fue simplemente reír. El Dr. Paulsen dijo: ‘Hablo en serio. ¿Qué piensa al respecto?’ Después de recuperar mi compostura, dije: “Bueno, si esto llega a suceder, haré lo que Nord y yo hemos hecho siempre. Oraremos respecto a esta situación. Si Dios nos llama, prestaremos nuestros servicios’ Y él dijo: ‘Bien, eso es todo lo que necesito escuchar’”.
Cuando se presentó su nombre en la sala de la sesión, Ella Simmons esperaba totalmente una ráfaga de comentarios negativos. Su esposo Nord, quien no podía soportar ser testigo de ello, ni siquiera asistió a esa sesión de negocios. Pero no ocurrió de esa manera. “Después de unos cuantos discursos positivos, se levantaron las tarjetas amarillas. Desde donde me encontraba, parecía que se había alzado un mar de tarjetas amarillas y yo pensé para mi sorpresa, ellos están haciendo esto. Como acto siguiente, fui llamada para ser presentada ante la sala. Al avanzar, oré: Señor, no me permitas tropezar y caer en mi camino en el escenario hasta esta plataforma’”.
Como la primera y actualmente única vicepresidenta de género femenino que presta sus servicios en la Asociación General, Ella Simmons siente que el entrenamiento en su niñez con cinco hermanos, la equipó para poder mezclarse con “la fraternidad masculina” y seguir siendo ella misma. Y fue desde el principio bienvenida y apoyada por sus colegas vicepresidentes.
Pero en segmentos de la gran comunidad de afroamericanos adventistas, las noticias de su nombramiento no fueron recibidas inicialmente con entusiasmo. “Había algunos en la comunidad que sentían que yo había sido parte de una conspiración para mantener a los hombres afroamericanos fuera del conjunto. Inicialmente hubo algún resentimiento. Algunos otros pensaron que, si se iba a elegir a una mujer, yo no debía haber sido aquella”, dijo la Dra. Simmons.
“Tuve que confiar en que esa había sido la decisión de Dios, no del pastor Paulsen, no de un cónclave de personas de raza negra, o de ministerio de la mujer”, añadió. “Tiene que haber sido directamente de Dios hacia mí. Y siempre he creído que ese era el caso. Nunca aspiré a esto. Nunca procuré esto. Fue algo sorpresivo”. En breve tiempo y a través de conversaciones abiertas, se resolvieron tales asuntos en torno a su elección.
Hoy, después de 17 años, ha llegado el tiempo en que Ella Simmons pueda obtener un muy merecido descanso. Como parte de su función cono vicepresidenta de la AG, una considerable parte de su tiempo ha sido dedicado a viajar internacionalmente y a su involucración en ciertos departamentos de la AG. Ella es, tal vez por encima de todo, una incansable defensora de las mujeres y personas afroamericanas y se opone al racismo, al clasismo y nacionalismo en todas sus variedades, especialmente en la iglesia. Continuará escribiendo para la Enciclopedia de los Adventistas del Séptimo Día y tal vez dedique un poco de su tiempo a la enseñanza.
Al mirar en forma retrospectiva su servicio en favor de la iglesia mundial, Ella Simmons lleva todavía grandes cargas en su corazón. “Este mundo está convulsionado y en violenta agitación social. Con frecuencia nosotros, los adventistas, decimos simplemente que es porque vivimos en los últimos días y no le damos importancia. Eso me duele. Mi corazón sufre cuando hacemos eso. Estamos aquí con un propósito específico y tenemos que tomar una posición y enfrentar las crisis por lo que son aquí y ahora mismo, como hicieron los primeros adventistas. Debemos hacer saber a través de palabra y obra —y mayormente con hechos— cuál es nuestra postura, cuál es la posición que Dios toma en esos asuntos y atrocidades. Debemos poner en práctica ese amor al que nos ha llamado Jesús con todas esas muchas nacionalidades, razas, etnicidades, géneros y grupos de diferentes edades en la iglesia adventista. Vivamos ese amor para permitir que el mundo nos mire y diga: ‘No podemos llevarnos bien aquí, pero miren a esas personas viviendo en armonía y unidad. ¿Qué está sucediendo en ellos? ¿Cómo pueden llegar a hacer eso?’ Y entonces podremos decir: ‘Es Jesús y solamente Jesús. ¿No desean ustedes conocerlo? ¿No desean conocerlo ustedes también?’”
Traducción – Gloria A. Castrejón