23 de septiembre de 2014 | Mandeville, Jamaica | Nigel Coke/DIA
El presidente de la Iglesia Adventista de Jamaica, el pastor Everett Brown, desafió a los hombres cristianos y a los de la sociedad en general a ser agentes de cambios positivos en la sociedad y no solo agentes de procreación.
Al dirigirse hace unas semanas a los aproximadamente tres mil presentes, la mayoría de ellos hombres, durante la Convención de Hombres en el Gimnasio Auditorio de la Universidad Norteña del Caribe en Mandeville, Jamaica, el pastor Brown preguntó si realmente sabían quiénes eran, cuál era su propósito en la vida y su función y responsabilidad hacia la familia, la iglesia y la sociedad.
El pastor Brown sugirió entonces que el propósito real de un hombre como cabeza o líder en el hogar, la iglesia o la sociedad no es tan solo el de proveer, proteger y ejecutar.
«No somos definidos por nuestra capacidad de producir la célula que es esencial para procrear», dijo el pastor Brown. «No somos definidos por el número de niños que podemos tener, el salario que ganamos o el poder y la autoridad que tenemos».
“Nosotros los hombres hemos sido creados a imagen de Dios y, si ustedes escogen asumir la función de esposos y padres, se espera que cumplan con los deberes de esposos y padres, pero el propósito de un hombre en la vida va más allá de su función de esposo y padre; él es el sacerdote de la familia».
Al considerar el estado moral de la sociedad jamaiquina, Brown preguntó: ¿Podría ser que una de las principales razones por las cuales nuestra iglesia y la sociedad en general han descendido hasta llegar a la situación actual se debe a que los hombres se han separado de Dios y, en consecuencia, han descuidado cumplir de manera efectiva su función como cristianos?»
Los estudios han mostrado que sin una sólida figura paterna en el hogar, los niños sufren y a menudo caen en el delito, mencionó Brown.
Se necesitan hombres buenos. Brown hizo un llamado a todos los hombres para que sean hombres buenos, estando a disposición de sus familias no solo en ocasiones especiales sino también en momentos de necesidad. «Los hombres deberían estar presentes para brindar apoyo cuando nacen sus hijos, cuando ellos se enferman, cuando tienen que hacer frente a las cuestiones de la vida, cuando sus hijos caen, y no solo cuando están en el escenario en día de la graduación para recibir sus diplomas».
“Un hombre bueno», siguió diciendo, «es un hombre espiritual, un agente de la gracia, y un agente de cambios positivos. Es desinteresado en el servicio, moralmente no siempre perfecto, pero responsable. Un hombre bueno es fiel a su esposa y a su familia. No abusa y explota a los niños y niñas para satisfacer sus propios deseos depravados. Son comprometidos y trabajadores, y pagan los impuestos al gobierno, para que este los use para el desarrollo del país. Necesitamos más hombres buenos que teman a Dios».
El pastor Brown añadió que el cambio que espera ver no se producirá por medio de la fortaleza física o la riqueza financiera, desde la sede de poder de los salones de enseñanza, sino cuando los muchachos y las señoritas comiencen a imitarnos, así como también nosotros imitamos y reflejamos el amor de Jesucristo.
«Ese cambio se hará realidad cuando valoremos y respetemos a los demás, cuando comencemos a perdonarnos auténticamente unos a otros, cuando seamos pacientes y compasivos con los demás».
Traducción de Marcos Paseggi