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Después de estar alejado de la iglesia por años, Brian Litzenberger invitó a su esposa, que no era cristiana, a una iglesia adventista. Ese sábado hace un par de décadas, nadie los saludó o reconoció su presencia en la iglesia. Cuando regresaron a su casa, su esposa le dijo: “Yo te voy a mostrar lo que es realmente comunicarse con un Ser Superior”.

Antes de que Litzenberger supiera lo que estaba pasando, uno de sus amigos, que había fallecido hace poco en un accidente, se “apareció”.

“Pregúntale cualquier cosa”, dijo la esposa de Litzenberger a su marido.

Él así lo hizo, preguntándole a su amigo cosas que solo ellos dos sabían. La aparición respondió correctamente en todas las instancias.

Litzenberger, que había crecido en la Iglesia Adventista pero se había apartado en sus años de adolescencia, se asustó. Aún creía lo que la Biblia dice de los muertos, de que no hay tal cosa como espíritus deambulantes de los que han muerto, sino tan solo ángeles malos que hacen su parte.

“Tengo que volver a leer la Biblia”, pensó.

Después de algunos altibajos y una lucha por vencer el alcoholismo, Litzenberger no solo regresó a la iglesia sino que ha dedicado las dos últimas décadas a compartir su historia e invitar a otros a experimentar a Dios.

“Dios quiere una relación íntima y personal con cada uno de nosotros”, dijo. “Y él aún está dispuesto a actuar si nos ponemos en sus manos como herramientas que estén donde él quiere que estemos”.

El 5 de abril de 2019, la historia de vida de Litzenberger fue uno de los puntos destacados de la noche de apertura de la Cumbre de Discipulado y Retención en la sede central de la Iglesia Adventista en Silver Spring, Maryland, Estados Unidos. El evento de 2019, que llevó el título “Discipular, Alimentar y Recuperar”, atrajo a 120 líderes de la iglesia de todo el mundo para reflexionar, analizar y repasar las mejores prácticas para fortalecer a los miembros de iglesia y alcanzar a los que se han apartado.

Toda alma es preciosa

“Estamos aquí porque cada alma es preciosa y cercana al corazón de Dios”, dijo Geoffrey Mbwana, vicepresidente de la Asociación General y presidente de la Comisión de Discipulado y Retención en sus declaraciones de apertura. “La pregunta es: ‘¿Está también cercana a su corazón?’” preguntó.

Al destacar que Dios nos ha llamado a ser pastores del rebaño, Mbwana enfatizó: “Las personas son la posesión más preciada de Dios”.

Haciéndose eco de ese sentimiento, Anthony Kent, secretario asociado de la Asociación Ministerial de la Iglesia Adventista, oró: “Gracias, Señor, por recordarnos de los que ya no se reúnen a adorar con nosotros. Sabemos que tú no los has olvidado, aún desde el momento en que fueron concebidos, y que nada ha pasado que los pueda separar de tu amor”. Y añadió: “Señor, ayúdanos a no olvidarlos jamás”.

Kent también se refirió a lo que él denominó “nuestro fracaso de discipular y alimentar”. “Señor, enséñanos cómo regocijarnos cuando los pecadores se arrepienten e ingresan a tu reino […] sin jactarnos de nuestras cifras bautismales”, oró.

El bautismo es tan solo el comienzo

Según algunos líderes, datos recientes muestran los desafíos actuales, porque los índices de deserción parecen haberse incrementado en los últimos años. “Cuando miramos las cifras, estas cuentan una historia”, dijo Mbwana, en referencia a datos del Informe Estadístico Anual de la iglesia y de la Encuesta Global a los Miembros de Iglesia 2018. Los números muestran que las pérdidas superan el 40 por ciento de las incorporaciones, lo que significa de cada diez nuevos miembros, al menos cuatro dejan la iglesia. Por ello, parte del objetivo del evento es analizar esas cifras y discutir maneras proactivas de torcer esa tendencia, dijo.

Para Jim Howard, director asociado de Escuela Sabática y Ministerios Personales de la Iglesia Adventista, el objetivo de la iglesia debería ser más que la retención. “La cuestión no es la retención sino la vida espiritual”, dijo. “Si queremos que nuestros miembros se queden, necesitamos enviarlos. Si queremos que se aferren a la verdad, tenemos que enseñarlos a darla a otros”, enfatizó.

Howard llamó a discutir la relación entre los miembros activos, lo que incluye las actividades de evangelización y para alcanzar a otros, y la retención de miembros. “¿Podría ser que la mejor estrategia para el crecimiento de iglesia es la misma estrategia de alimentación y retención de los miembros?”, preguntó.

Para Greg Whitsett, director del Centro de Religiones del Este Asiático de Misión Global, la retención también incluye la apertura a los propios desafíos de los miembros.

“Solemos celebrar las buenas cosas que Dios ha hecho, pero la iglesia también está llena de heridas y cicatrices”, le recordó al grupo. Whitsett hizo un llamado a las iglesias y los pastores locales para que mejoren a la hora de enfrentar el quebrantamiento de otros. “Necesitamos predicar más en primera persona”, dijo. “Si yo puede ser abierto y transparente, las personas sentadas en la iglesia se mostrarán también más abiertas conmigo”.

Litzenberger, que ahora es pastor laico en Orlando, Florida, se mostró de acuerdo. Contó que de adolescente, cuando aún iba a la iglesia, había comenzado a hacer preguntas pero no recibió respuestas directas. “La gente se limitaba a decirme: ‘Tienes que confiar en Dios y orar más’, pero no respondía a mis dudas”, dijo. “Tenemos el concepto de reflejar el cristianismo perfecto cuando vamos a la iglesia. Pero Dios usa personas pequeñas, imperfectas y quebrantadas para dar gloria a su nombre”.

Dispuestos a alcanzar a otros

Pero, ¿qué hacer por los miembros de iglesia que, por diversas razones, ya se han apartado de la iglesia?

Para Kent, un proceso efectivo de recuperación de los miembros comienza con una disposición a alcanzar a otros. En referencia a tres parábolas fundamentales de Jesús en Lucas 15, oró: “Que podamos, colectivamente y como individuos, mostrar tanta energía como el pastor que buscó una oveja perdida entre las cien; que podamos ser tan diligentes como la mujer que buscó la moneda perdida; y que podamos mostrar tanta aceptación y amor como el padre del pródigo que regresó”.

Litzenberger record al grupo que alcanzar a otros no es una tarea imposible. “Sabemos cuánto éxito tuvo Jesús para conectarse con otros. Pues bien, el mismo poder que estuvo a disposición de Jesús está a nuestra disposición”, dijo.

A la luz de la magnitud de la tarea, Kent oró para que las bendiciones de Dios puedan acompañar las discusiones durante los tres días del evento. “Que sea un tiempo donde podamos aprender, crecer, descubrir, cambiar y mejor”, expresó.

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