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7 de abril de 2020 | Tampa, Florida, Estados Unidos | Tricia Penniecook, para Noticias de la División Interamericana

Quedarse en casa, haciendo nuestra parte para responder a esta pandemia del coronavirus, no ha sido fácil para nadie. Con dos adolescentes y un niño de 7 años, hemos tenido que buscar maneras de seguir participando como familia del culto. Decidimos que en lugar de mirar cultos en vivo por Internet, organizaríamos nuestro propio culto de adoración. Cada miembro de la familia es responsable de una parte, y vamos intercambiando partes cada semana. La reflexión familiar que tuvimos el sábado fue sobre la oración, dentro del contexto del pedido de Josué para que el sol se detuviera. Steven Furtick ha escrito un libro entero sobre este memorable acontecimiento bíblico (Sun Stand Still: What happens when you dare to ask God for the impossible [El sol se detuvo: Qué sucede cuando te atreves a pedir lo imposible a Dios], Multnomah books, 2010). Pasamos unos veinte minutos leyendo el texto, extrayendo principios para oraciones audaces a partir de él, alineando los cinco pasos de Furtick en La oración del sol que se detuvo con otros pasajes, y finalmente escribiendo nuestras oraciones personales de naturaleza similar.

Todos conocemos la historia. Los reyes amorreos atacaron a Josué. Israel estaba ganando la batalla, pero el ejército necesitaba más tiempo para terminar la misión. No querían que el enemigo se escapara. Josué ordenó al sol y a la luna que permanecieran inmóviles. En las horas que siguieron, casi 24 horas más si entendemos el texto correctamente, el sol se detuvo. El ejército de Josué logró derrotar por completo a los ejércitos de los cinco reyes amorreos, lo que incluyó matar a esos reyes. Pero cuando profundizamos en la historia, hallamos algunas cosas interesantes.

  • Esta historia sucede después de que Jesús firmó un tratado con Gabaón, sin pedir la conducción de Dios. Resulta sorprendente que lo hizo; había sido derrotado completamente en Hai no mucho tiempo antes por la misma razón. Pero cuando la delegación gabaonita llegó con su pan mohoso y zapatos gastados, hizo lo que para él era una decisión lógica y compasiva: firmó un tratado con esa tribu cananea. Cuando los otros reyes lo descubrieron, temerosos de las hazañas de Jericó y Hai, entraron en una alianza y fueron tras Gabaón. Los gabaonitas entonces corrieron a Josué, reclamando su derecho a ser protegidos.

Sería fácil pensar que dado que Josué no pidió a Dios por su orientación, el Señor le podría haber dicho: “Bueno, Josué, este parece ser un buen momento para aprender; deberíamos habérmelo preguntado. Te dejaré sufrir la consecuencia de tus acciones. Quizá la próxima vez que esto suceda, recordarás que soy el Señor tu Dios, y que deberías venir en primer lugar a mí”. Por el contrario, estas fueron las palabras de Dios para su siervo: “No les tengas temor, porque yo los he entregado en tus manos y ninguno de ellos prevalecerá delante de ti” (Josué 10:8). Ese es el Dios que amo. Interviene y nos da fuerza y valor, aun cuando no hayamos actuando de acuerdo con su voluntad. No es mi intención que esta sea una declaración presuntuosa, pero los caminos de Dios son por cierto diferentes de los nuestros.

  • Josué no esperó a que Dios lo librara. Comenzó esa misma noche a atrapar el enemigo por sorpresa. A veces decimos: “Lo único que puedo hacer es hogar. OK. Pero eso no es lo único que puede hacer todo el tiempo. A veces, oramos y después nos pasamos la noche estudiando para un examen. U oramos y enviamos solicitudes y nuestro curriculum vitae u hoja de vida para conseguir empleo. U oramos y nos trasladamos a otro lado, colocándonos en un lugar que nos brinde mejores oportunidades. No hay nada malo con la oración, más la acción.
  • Dios no solo animó a Josué sino que luchó contra el ejército israelita. La Biblia dice que el Señor confundió al enemigo (versículo 10), y que después de que los israelitas los derrotaron por completo en Gabaón, los persiguieron por el camino, y el enemigo huyó. “Jehová arrojó desde el cielo grandes piedras sobre ellos hasta Azeca, y murieron. Fueron más los que murieron por las piedras del granizo que los que los hijos de Israel mataron a espada” (versículo 11). Si alguno tenía alguna duda si Dios apoyaba el emprendimiento de Josué, aquí se le fue. “Jehová peleaba por Israel” (versículo 14).

Aquí están los cinco pasos de Furtick para la Oración para Detener el Sol (pp. 200-202), junto con algunos pasajes de la Biblia que añadimos a nuestro estudio.

  1. Active su fe audaz. Pídale a Dios grandes cosas. Más grandes de las que usted podría conseguir por su cuenta. En Josué 10:1-14, en realidad, en todo el capítulo, vemos al mejor Josué, como guerrero, corriendo hacia la lucha y dando todo de sí. Entonces le pidió a Dios que hiciera lo imposible, y Dios se le reveló.
  2. Acérquese a Dios con confianza. A lo largo de toda la Biblia, Dios nos invita a pedir, y razonar, y hablar con él. Hebreos 4:16 nos llama a acercarnos confiadamente al trono de la gracia. Podemos ir a él así como nuestros niños vienen a nosotros. Ellos saben que pueden pedirnos cosas porque los amamos, y estamos dispuestos a responder.
  3. Pida específicamente lo que es humanamente imposible. La oración de Josué no fue genérica: “Señor, ayúdanos por favor a ganar esta batalla”. Fue sumamente específico: “Sol, detente en Gabaón, y tú, luna, en el valle de Ajalón”. Filipenses 4:6 nos recuerda traer nuestros pedidos a Dios, sin ponernos ansiosos por nada. Cuando oramos de esta manera, estamos pidiendo a Dios que haga algo que solo él puede hacer, para que cuando él nos responda, no quede duda alguna de que es él quien merece todo el crédito.
  4. Avance hacia la respuesta. Esta es probablemente mi favorita. Le pedí a Jonatán, mi hijo de años, que lea 1 Samuel 14:1-14. En esta historia, el príncipe Jonatán invita a su escudero a que se fije en el campamento filisteo. Estaba cansado de tan solo esperar que sucediera algo. Parecía temerario. ¿Por qué confrontarían dos personas a todo un ejército, uno que para alcanzarlo, tenían que trepar? Pero Jonatán decidió que era tiempo de pasar al campamento de esos “Quizá haga algo Jehová por nosotros, pues no es difícil para Jehová dar la victoria, sea con muchos o con pocos” (versículo 6). ¿El resultado? Todos sabemos que no solo Jonatán y su escudero mataron a unos veinte hombres sino que, después de reconocer que el Señor los había entregado en manos de Israel (versículo 12), todos los otros soldados que habían estado ocultándose, salieron, y “salvó Jehová aquel día a Israel”. ¡Ora y avanza! ¡Ora y presiona! ¡Ora y pelea!
  5. Da a Dios toda la gloria. Al final del día, estamos para eso. Fuimos creados para darle gloria. Él se deleita en responder nuestras oraciones, y habita en las alabanzas de su pueblo. En Salmos 50:15 nos dice: “Invócame en el día de la angustia; te libraré y tú me honrarás”. Pídele a Dios cosas tan audaces, tan valientes, tan grandes, que solo él puede recibir el crédito y la gloria. ¿Por qué no? Si pudieras hacerlo por tu cuenta, ¿qué sentido tendría?

Los animo para que piensen en su oración “del sol que se detuvo”. Esa misma. La que has tenido temor o te has mostrado reacio a elevar. En la que has estado pensando, y la que tu corazón ha estado anhelando. Dios hizo que el sol se detuviera por Josué. Él también quiere responder a tu oración.

Tricia Penniecook, MD, MPH, es vicerrectora de educación y asuntos de personal, y profesora asociada en el Colegio de Salud Pública de la Universidad de South Florida, en los Estados Unidos.

Traducción de Marcos Paseggi

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