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23 de abril de 2020 | Mérida, Yucatán, Mexico | Por Saraí Espinoza-Ruiz, Unión Mexicana del Sur

Definitivamente esta crisis colectiva llamada pandemia COVID-19 ha tenido muchos efectos en cada uno de nosotros, tanto económicos, como sociales y obviamente físicos. Sin embargo, uno del que necesitamos hablar más, es su efecto en la salud mental.

Se dice que las crisis colectivas pueden generar altos niveles de ansiedad en el momento en que se experimentan, pero que estos pueden extenderse y durar incluso meses o años después de que la crisis haya pasado. Por eso es trascendental el cuidado que le prestemos a nuestra salud mental y emocional en este momento. Aunque nuestra prioridad es mantenernos saludables físicamente; sin lugar a duda la salud mental jugará un papel importante incluso en mantener nuestra salud física.

Es por eso que te ofrezco 5 sugerencias si estás en aislamiento y cuentas con la ventaja de quedarte en casa.

  1. Mantén un horario. Horario no es lo mismo que rutina. Rutina es repetir una misma actividad seguidamente; sin embargo, tener un horario tiene que ver con segmentar tu tiempo durante el día para dedicarlo a las diferentes tareas a las que te quieras dirigir. Por ejemplo, destinar la mañana para el trabajo, el mediodía para la convivencia y la tarde para actividades personales. El ser humano está acostumbrado a cronometrar sus actividades, lo cual le proporciona un sentido de familiaridad y organización: Por esa razón, el tener segmentado el día facilitará su productividad y ayudará en la organización de las tareas.
  2. Durante este tiempo y durante largos periodos de aislamiento, nuestra productividad puede disminuir hasta llegar al punto de sentirte cansado sin haber tenido mucha actividad. Mantenernos productivos no es solamente hacer nuestro trabajo de oficina en la casa, sino también aprender y aplicar algo nuevo, o diferente. Esto puede ser probar una nueva receta de cocina, hacer ejercicio, dedicarse a una actividad artística o musical, etc. Lo que diferenciará la productividad del trabajo ordinario será la aplicación en la vida cotidiana de algo nuevo aprendido.
  3. Vinculación. En muchas ocasiones, los largos periodos de aislamiento pueden generar también síntomas depresivos y puedes llegar a sentirte no solo ansioso, sino también desanimado. Es por eso que fomentar y profundizar los vínculos afectivos y significativos, será un ejercicio clave para mantener tu red de apoyo activa y sólida. Esta vinculación puede y debería generarse al compartir, convivir, comunicarte y relacionarte.
  4. Filtros. La información que recibimos tanto de los medios como de las redes sociales, es muchas veces información que causa ‘pánico’; y la mente es tan poderosa, que dicha información puede alimentar y acrecentar nuestros niveles de ansiedad hasta el punto de enfermarnos. Existe un tipo de enfermedades sicosomáticas, aquellas en que la mente afecta y enferma el cuerpo. Por ello es importante filtrar cuidadosamente la información que recibimos. Sin lugar a dudas, es importante mantenernos comunicados y estar al tanto de lo que sucede a nuestro alrededor; sin embargo, este seguimiento de los hechos actuales debe llevarse a cabo con filtros que nos permitan recibir solo la información necesaria para cuidarnos y no información que alimente el pánico y la ansiedad, lo cual puede generar todo tipo de padecimientos.
  5. Empatía con acción. Muchos de nosotros podemos llegar a sentir empatía o compasión por gente que no tiene la misma oportunidad de quedarse en sus casas; personas que por su trabajo o su labor necesitan seguir expuestos. Dios pone en nosotros la empatía y de él emana la compasión hacía otros. Por ello sería bueno que no solamente sintamos dichas emociones, sino que también las llevemos a la acción. Está científicamente comprobado que el ayudar a otros es terapéuticamente provechoso tanto para el que recibe como para el que ayuda. Es por eso que, si tienes la oportunidad de ayudar con lo mucho o poco que tengas a tu alcance, debes hacerlo, ya que esto será un gran aliciente para ti mismo.

Finalmente, hay una ‘ventaja’ en las crisis colectivas. Y probablemente puedes estar preguntándote qué ventaja puede tener todo esto. Sin embargo, una crisis de cualquier índole siempre representará una oportunidad para aprender y por ende, de crecimiento. Aprender a ser agradecidos, aprender a valorar lo que tenemos y a las personas con las que contamos; oportunidad para reconocer a las profesiones y oficios que muchas veces pasamos por alto.

Si una vez que esta crisis termine no aprendimos nada, entonces no fue funcional en nuestra vida; pero, si aprendimos algo de nosotros mismos o de los demás, entonces esta crisis fue funcional y de beneficio para nosotros. Recuerda que Dios dice en su Palabra que “a los que le aman, todas las cosas les ayudan a bien”, y seguramente esa promesa se cumplirá cuando esto termine.

Saraí Espinoza-Ruiz es psicóloga clínica que actualmente trabaja como subdirectora académica del Instituto Universitario del Sureste, en la Unión Mexicana del Sureste.

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