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Una defensora narra la forma como una sobreviviente pudo sobreponerse a una situación de abuso.

11 de diciembre de 2022 | Australia | Ann Beaumont, para Adventist Record

En 2004, cuando Georgia* era una adolescente, volvió a conectarse con la comunidad de su iglesia adventista local. Parecía un lugar seguro en el que podía reconstruir su fe en Dios y desarrollar relaciones positivas. Nunca se imaginó que iba a ser blanco de acoso sexual por parte de Tom*, un anciano de su iglesia, quien preparó el camino al efecto y quien la conocía desde que ella era una niña.

Tom animó a Georgia a participar en la Escuela Sabática de adultos y en el coro de la iglesia y se convirtió en una muy valiosa figura paternal que le  dio su apoyo. Unos meses después, la relación comenzó a cambiar, quedando expuesta la joven Georgia a una cada vez mayor exposición a conducta sexual inapropiada. Poco tiempo más tarde, estando Georgia sola en casa de él, Tom abusó sexualmente de ella. Georgia entró en estado de shock por lo ocurrido. Se sintió profundamente agraviada, abusada, impotente y confusa. A pesar de la confusión, Georgia tuvo el valor de contárselo a su madre y de informarlo a la policía.

El abuso afectó dramáticamente a Georgia, quien luchaba por enfocar su atención en sus estudios y quien se sentía sobrecogida por sentimientos de ira y de traición. Tristemente, llegó incluso a considerar la idea de quitarse la vida.

Georgia procuró la ayuda de su comunidad adventista. Habló con su pastor y le dijo lo que le había ocurrido. El pastor Ron* la escuchó mostrándole simpatía y cuidado. Creyó ciertamente la historia de Georgia y le ofreció su apoyo. Destituyó a Tom de sus posiciones en la iglesia, lo cual hizo posible que Georgia asistiera a la iglesia sin el temor de encontrarse con él y quien fue ultimadamente condenado por su delito.

El impacto causado en la vida de Georgia había sido de larga duración, como es común que ocurra en aquellas personas que han experimentado abuso sexual en su infancia. Han pasado casi dos décadas desde que ocurrió el abuso y Georgia ya no asiste a la iglesia ni cree en la existencia de Dios. Sin embargo, al reflexionar en el caso, siente gratitud hacia el pastor Ron porque estuvo dispuesto a escucharla, le creyó y convalidó su trauma. Al tomar acción respecto a su revelación, con reconocimiento y empatía, Georgia siente que su caso de abuso sexual se trató seriamente y  con gran sensibilidad; por lo cual, se siente cómoda de contar su historia para ayudar a crear una mayor conciencia del problema del abuso sexual infantil y su impacto en la vida de la persona.

Aunque Georgia ha cambiado por razón de su trauma, al revelar su verdad contribuye a una importante narrativa en contra del estigma, la vergüenza y el silencio en torno al abuso sexual infantil. Como ocurre comúnmente entre los sobrevivientes al hecho, la preocupación y la consideración hacia otras víctimas potenciales es ultimadamente la razón por la que Georgia habla abiertamente en la actualidad. Estamos agradecidos por la generosidad de Georgia al contar su historia, por encender una luz en donde hay oscuridad

El impacto del abuso sexual es multifacético. En esencia, el abuso dentro de un contexto religioso destruye la jornada de fe del sobreviviente, distorsiona su perspectiva de Cristo como un Salvador amante; y por lo tanto, puede dañar irremisiblemente su relación con Dios.  El abuso afecta no solamente al sobreviviente, sino que ejerce también un impacto significativo en los miembros de su familia. A las familias se les deja frecuentemente haciendo simplemente lo mejor que pueden para apoyar al sobreviviente a través de sus luchas de salud mental, sus comportamientos de alto riesgo, de autolesión y otros similares, sin entender completamente la causa de esas conductas y cómo proveerle el mejor apoyo. Los miembros de la iglesia y la comunidad en general pueden recibir también un fuerte impacto al tratar de entender y responder a los que pueden parecer comportamientos irracionales del sobreviviente. De la misma manera, la familia del perpetrador queda afectada al tratar de concebir la idea sobre el abuso que su ser amado ha perpetrado.

En calidad de socios con Dios, todos tenemos el potencial de ser “agentes de cambio” para desarrollar comunidades adventistas seguras, en donde el abuso no tiene lugar; y en donde podemos cambiar y habilitar vidas de manera que todos puedan experimentar igualmente el amor de Dios. El proteger del abuso a la persona vulnerable es una preocupación común y una responsabilidad compartida. La parte que tú puedes hacer es trabajar colectivamente con programas tales como Adsafe y con tu iglesia y campo local, a fin de ayudar a formar comunidades religiosas seguras. Como el pastor en la historia de esta sobreviviente, estemos dispuestos a escuchar y creer, de manera que podamos facilitarles una jornada exitosa de sanidad a aquellas personas que han experimentado abuso y trauma.

“En fin, vivan en armonía los unos con los otros; compartan penas y alegrías, practiquen el amor fraternal, sean compasivos y humildes” (1 Pedro 3:8, NVI).

Ann Beaumont es directora general de Adsafe Ltd, con sito en Wahroonga, Sídney, Nueva Gales del Sur, Australia. La versión original  de este comentario se publicó en Adventist Record.

*Los nombres y detalles han sido cambiados por razones de privacidad.

Traducción – Gloria A. Castrejón

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