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El apoyo de Maranatha en el Amazonas está marcando una diferencia tangible para el reino de Dios.

5 de febrero de 2023 | Perú | Marcos Paseggi, Adventist Review

Si Clyde Peters visitara hoy la Amazonia Peruana, no podría creer lo que ve. El piloto misionero adventista que voló sobre el río Ucayali en la selva amazónica en el norte de Perú en la década de 1960 quedaría sorprendido al descubrir cuánto ha crecido la Iglesia Adventista en la región.

La ciudad de Pucallpa, “la puerta a la región amazónica”, cuenta con unas 75 congregaciones adventistas. En cinco de ellas, la mayoría de los miembros pertenece a una de las catorce tribus indígenas en las riberas del Ucayali. Algunos miembros de los pueblos indígenas son adventistas de tercera y cuarta generación. La mayoría de esos progresos pueden remontarse a la obra de Peters y su familia.

Semillas del evangelio

La maestra bilingüe Charito (derecha) con una hermana y una miembro joven de la iglesia adventista La Selva, una de las cinco comunidades indígenas en la zona de Pucallpa, Perú. Con el apoyo de Maranatha, están buscando maneras de incrementar la obra misionera entre las tribus de la zona. [Fotografía: Marcos Paseggi, Adventist Review]

En la iglesia adventista La Selva en Pucallpa, la maestra indígena bilingüe Charito comparte sus recuerdos con líderes de Maranatha Volunteers International y líderes regionales de la iglesia, unos pocos días antes de la Navidad 2022. Charito creció en una comunidad aislada de la selva, río arriba sobre el Ucayali, y años después se mudó a Pucallpa para seguir estudios terciarios.

“Al abuelo le encantaba pescar en el Ucayali”, cuenta Charito, que pertenece a los pueblos shipibo-conibo. Repite entonces una historia que sus padres le han contado muchas veces. “El abuelo se pasaba los fines de semana en su bote, buscando pescar el sabroso paiche y otros peces”. Pero después de conocer a Cristo y la verdad de la Biblia, el abuelo cambió sus hábitos, dice Charito. “Ahora, salía bien temprano el viernes y regresaba por la tarde con pescado fresco, que entonces preparaba para las comidas del sábado”.

Esos fueron los humildes comienzos del mensaje adventista entre las comunidades indígenas del Ucayali. Los sacrificios de Peters incluyeron que los residentes lo rescataran del río después de que su avión sobrecargado aterrizara en medio de lluvias torrenciales y comenzara a hundirse. Sus aventuras misioneras terminaron contándose en un libro.*

Un grupo de mujeres miembros de la iglesia adventista La Selva en Pucallpa da la bienvenida a Maranatha y los líderes de la Iglesia Adventista a su congregación. Pertenecen a los pueblos shipibo-conibo, una de al menos catorce tribus indígenes en las riberas del Ucayali. [Photo: Marcos Paseggi, Adventist Review]

Aun hoy, llegar a algunas de las comunidades pequeñas de la selva amazónica requiere un viaje de 24 horas, primero por barco y entonces por lancha a motor. Algunas maestras adventistas aún cubren esa distancia varias veces al año para enseñar a los niños que viven en la ribera del río.

Misión a la ciudad

Cuando Charito, Eunice y otros terminaron la escuela secundaria en sus aldeas nativas de la selva, decidieron mudarse a la ciudad de Pucallpa para seguir estudios terciarios. Sin dinero o parientes en la ciudad, muchos de los estudiantes indígenas colocaron tiendas improvisadas de plástico en un terreno baldío solo para poder estudiar. “Era una vida bien dura”, dice Charito, “sin agua corriente, servicios sanitarios o las comodidades más básicas”.

Aun en esos días difíciles, los estudiantes adventistas comenzaron a compartir sus creencias con sus compañeros indígenas.

Desde esos duros comienzos, el gobierno tomó medidas para incrementar la representación indígena en las escuelas de la zona. Hoy día, la Universidad Nacional Intercultural del Amazonas en Pucallpa brinda servicios a estudiantes de al menos 14 tribus regionales indígenas. Las residencias del gobierno ofrecen una cama cómoda y servicios esenciales a los estudiantes indígenas por tan solo 1 sol peruano (unos 25 centavos de dólar) por mes.

Maranatha y los líderes regionales de la Iglesia Adventista, junto con algunos miembros de iglesia, escuchan los planes misioneros de la iglesia adventista La Selva. La congregación espera alcanzar a muchos estudiantes indígenas que se trasladan de sus comunidades aisladas a Pucallpa para seguir estudios superiores. [Fotografía: Marcos Paseggi, Adventist Review]

La mejora de los servicios también ayudó a que la comunidad indígena adventista creciera. “Ahora, muchos estudiantes indígenas de diversas tribus asisten a los cultos de la iglesia”, dice Charito. “No todos son miembros de iglesia”.

Una comunidad eclesiástica en crecimiento

Los miembros de la iglesia La Selva ahora ven una oportunidad maravillosa para la misión en la zona. Hace catorce años, los miembros recolectaron fondos para construir el actual templo. Pero el edificio necesita mejoras si es que quieren seguir creciendo. “Queremos llevar más personas a Cristo”, dice Charito. “Pero necesitamos mejorar nuestras instalaciones si es queremos invitar a más estudiantes para que también adoren a Dios y estudien la Biblia”.

Maranatha Volunteers International, un ministerio de apoyo de la Iglesia Adventista, se ha asociado con los líderes de la Iglesia Adventista en el norte de Perú para ayudarles a construir o reconstruir decenas de iglesias durante 2023. Hay muchos desafíos, porque Maranatha no recibe fondos de la iglesia organizada, y los proyectos dependen de donantes privados. Al mismo tiempo, hay consideraciones logísticas y prácticas que tener en cuenta.

Miembros de la iglesia adventista La Selva esperan que, con el apoyo de Maranatha, pronto puedan tener un nuevo templo, que los ayudará a invitar a las personas a asistir a los cultos y estudiar la Biblia en el lugar. [Fotografía: Marcos Paseggi, Adventist Review]

“Cada paso, cada proyecto tiene que ser planificado con detenimiento”, explica Elmer Barbosa, director de Maranatha Perú. “Si se planea apoyar la construcción de cien templos, aun una relativamente pequeña modificación de mil dólares a cada proyecto requeriría que Maranatha recibiera una donación adicional de cien mil dólares”. Pero las perspectivas resultan prometedoras, gracias al compromiso de muchos donantes y el trabajo sinérgico con los líderes de la Iglesia Adventista.

“Hay un campo misionero mayormente no explotado aún en la universidad local”, dice Charito. “Estamos dispuestos, y estamos listos para alcanzar e invitar a más estudiantes indígenas a nuestros cultos. Un nuevo templo sin duda será de gran ayuda. Después de todo, lo que queremos es llevar a más personas al reino”.

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* Wellesley Muir, The Man Who Jumped Off Clouds (Hagerstown, MD: Review & Herald, 2000).

Traducción de Marcos Paseggi

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