El arte de la disciplina propia ante el bufé mediático.

27 de septiembre de 2023 | Adairsville, Georgia, Estados Unidos | Jared Thurmon

Si deseas perturbar la tranquilidad de muchos de los cristianos, pregúntales acerca de su opinión sobre aquellas personas que tienen relaciones sexuales con otras del mismo género. Seguramente se enfurecerán y comenzarán a discutir sobre cuán inmorales son estas relaciones.

Pero, pregúntale a la misma persona acerca de sus sentimientos en relación con su propia pureza y prácticas sexuales y tal vez puedas observar un tanto de incomodidad.

Es muy fácil ver los “pecados” de otras personas y sentirse menos culpable acerca de los propios. Hace ya dos mil años, el Hombre de Nazaret hizo en múltiples ocasiones algunas puntualizaciones al respecto. Una de las ocasiones más prominentes fue aquella en la que todos los sacerdotes estaban listos para apedrear a una mujer que fue descubierta en el acto de adulterio. Jesús los escucha, observa las piedras en sus manos y tranquilamente se inclina y comienza a escribir con su dedo sobre el polvo. Uno por uno, estos bien estimados hombres de Israel comienzan a retirarse, mientras sus pecados —me imagino que algunos pecados sexuales—, van quedando escritos en el piso. Entonces Jesús les presenta un desafío: Cualquiera que esté sin pecado, siga adelante y arroje la primera piedra sobre esta mujer.

Esta ira de parte de personas religiosas, respecto a los pecados de otras personas, no es una reliquia del pasado. Vemos con frecuencia a líderes religiosos que expresan su desdén por la inmoralidad del mundo actual, solamente para encontrar más tarde que se han “ensuciado” como aquellos a quienes desprecian.

Pero este artículo no trata acerca de un llamamiento a la gente para que abandone sus pecados. La intención es más bien discurrir sobre el autocontrol.

En un mundo en que tenemos a disposición cualquier fantasía o fijación sexual con solo pulsar un botón, ¿cuál puede ser la respuesta a cómo encontrar la disciplina para no atiborrarse en el amplio bufé licencioso?

La Biblia es muy clara en cuanto a la noción de que el Creador de la humanidad creó los centros de placer de nuestros órganos de reproducción. El Dios que deseaba que esta raza de seres sobre la tierra hiciera más seres como ellos a través de la procreación, también nos dio algunas pautas para mantenernos sanos y sostenibles.

Aun en los mandamientos dados al pie del Sinaí, hay múltiples mandamientos acerca de la temperancia sexual.

Dice el séptimo mandamiento: No cometerás adulterio; en otras palabras, no tengas relaciones sexuales con personas con las que no estés casado. Y está también el décimo mandamiento que dice: No veas al cónyuge de otra persona con el deseo de acostarte con él o ella. Jesús redobló este concepto cuando dijo que cualquiera que mira a una mujer y la codicia, ya ha cometido adulterio con ella en el corazón. No es solamente el acto físico que te hace culpable, sino también el acto mental.

Mayordomía y sostenibilidad

Personalmente creo que la posición bíblica en relación con el sexo es una referente a la mayordomía y la sostenibilidad. La relación sexual debe ser placentera y tiene el propósito de engendrar más seres humanos. Cuando divorciamos el placer sexual de la santidad de un matrimonio amante, convertimos en un arma aquellas cosas que Dios hizo para bien.

Así que, para saber qué significa la mayordomía y la disciplina sexual, debes preguntarte: ¿Estoy buscando complacer a la otra persona, o a mí mismo? ¿Está esta relación dentro de los confines de la dinámica relacional del Edén entre un hombre y una mujer?

Con todo lo dicho anteriormente, permítanme ahora herir tal vez algunas susceptibilidades. Si esos son los criterios e interrogantes, ¿qué les parece estar casado con alguien del sexo opuesto , pero todavía encontrando formas de derivar placer sexual para sí mismos?

El hecho puede tener diferentes nombres: autocomplacencia, masturbación, o el término que utiliza la autora y pionera del siglo diecinueve, Elena. G. White: abuso de sí mismo. Esta práctica se ha vuelto tan común, que hay desafíos en noviembre para pasar todo un mes sin complacerse de esta manera a sí mismos, llamados Noviembre sin Fap (sin masturbación). Hay también motivadores, tales como Andrew Huberman y Jordan Peterson, que explican en sus podcasts todas las razones por las cuales se necesita alejarse de esta práctica; o, como la llamó Elena G. White, de este vicio autodestructivo.

Pero, ¿cuál es el daño? No se está cometiendo adulterio, ¿no es cierto? ¿Cuál es entonces el problema?

Para todas las personas solteras que puedan estar por ahí, la lucha es real; pero, la cada vez mayor evidencia sobre este tópico no le brinda apoyo a tal práctica. Toma por favor de este artículo todo lo que pueda formar mejores hábitos y aléjate como si fuera de la plaga de aquellos que están tan adictos a eso, que piensas que ya no tienen esperanza.

Para las personas casadas; para aquellas que están luchando con matrimonios sin relaciones sexuales, con matrimonios egoístas o de alguna manera entre estos dos tipos de matrimonio, este artículo es primordialmente para ellas.

La importancia de intimidad en el matrimonio

El propósito del matrimonio es llegar a ser uno solo. Desde el mismo principio escuchamos las palabras de Dios en el Edén, diciendo: “Hagamos al hombre a nuestra imagen”, y entonces vemos creados a un hombre y una mujer. La relación sexual ha sido descrita como el pegamento que mantiene unido un matrimonio.

La chispa, el romance, la conexión, deben ponerse en marcha según lo podemos observar a través de las Escrituras y del gran conflicto. La fórmula está claramente expresada en el Nuevo Testamento. Dice Efesios 5:25: “Esposos, amen a sus esposas, así como Cristo amó a la iglesia y se entregó por ella”. Y luego, en el versículo 28, añade: “Así mismo el esposo debe amar a su esposa como a su propio cuerpo. El que ama a su esposa se ama a sí mismo”. El esposo debe ser el individuo más amante, amable y solícito en la vida de una mujer. Ámala de la manera que Cristo te ama a ti y la respuesta será una mujer perdidamente enamorada de ti.

La Biblia describe también el papel vital que juega la intimidad en un matrimonio. “No se nieguen el uno al otro, a no ser de común acuerdo y solo por un tiempo, para dedicarse a la oración. No tarden en volver a unirse nuevamente; de lo contrario, pueden caer en tentación de Satanás, por falta de dominio propio” (1 Cor. 7:5).

Ir en contra de la corriente de lo planificado por Dios y complacernos a nosotros mismos sexualmente no es aquello para lo que fuimos creados. Esa es la razón por la que muchas personas involucradas en este vicio se sienten avergonzadas de ello. Es como cualquiera otro vicio. Puede ser divertido por un momento, pero al acto seguirá la culpabilidad. Dios nunca deseó que nos persiguiera la culpa. Adán y Eva la experimentaron cuando se dieron cuenta de que habían hecho algo malo en el Edén; Y Dios vino hasta ellos a buscarlos. Él no los abandonó.

La complacencia propia es mucho más tentadora y destructiva en un mundo en que está en demanda la pornografía. Muchas personas que actualmente están adictas a la pornografía están descubriendo que una vez que contraen matrimonio, se encuentran sexualmente quebrantadas. Los mecanismos de excitación sexual sufren disfuncionalidad; el cerebro ha pasado de experimentar placer complaciendo a otra persona a, en algunos casos, necesitar circunstancias surrealistas para lograr una satisfacción sexual normal.

Cualquier persona que está leyendo esto y que se ha engañado a sí misma pensando que esta es una práctica segura, aun en el matrimonio, escuche con atención. Te estás perdiendo el placer verdadero, que es de más larga duración que la euforia en la recámara. No prives a tu cónyuge del gozo que Dios intentó que se disfrutara, porque tú eres lo suficientemente egoísta y dejas que el deseo se desboque desenfrenadamente sin ningún uso temperante de este sistema químico dado por Dios y programado dentro de nosotros para el pacer mutuo. Toma esto tan en serio como si fueras adicto a alguna droga peligrosa. Esto será tu fin si no vuelves a calibrar las cosas para ser usadas para el propósito por las que fueron creadas. Después de que te des cuenta de cuán serio es esto, ruégale a Dios que te de la victoria en tu vida. Pero esto debe representar un esfuerzo unido entre tu voluntad y la gracia de Dios. Será la salvación de tu salud mental y de tu matrimonio, que te llevará ultimadamente al gozo y al placer que todavía puedas tal vez experimentar.

Jared Thurmon reside en Adairsville, Georgia. Ha hecho labor de consejero y ayudado al  ministerio de Adventist Review en varias capacidades por los pasados ocho años.

Traducción – Gloria A. Castrejón

 

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