La División Norteamericana celebra su Cumbre Enditnow 2023 “En Salvaguardia de la Paz”.

14 de diciembre de 2023 | Míchigan, Estados Unidos | Christelle Agboka, División Norteamericana y Adventist Review

Karen no se parecía al estereotipo de una sobreviviente de abuso. Se había criado dentro del seno de un amante hogar adventista sin historial de abuso en ambas ramas familiares. Cuando conoció a su esposo en una universidad adventista, nunca se imaginó que se convertiría en una del total de diez millones de personas estadounidenses afectadas por la violencia doméstica cada año.

El maltrato se inició con excesivas críticas y se intensificó después del nacimiento de su primera hija, una pequeña con síndrome de Down a la que su esposo la presionó a darla en adopción. Mientras aumentaba la familia con la adición de dos hijos más, su esposo la sometió a tan horrible abuso emocional, físico y sexual, que llegó a desear quitarse la vida.

“Las comunidades religiosas pueden ser una poderosa parte de la solución [al asunto del abuso]”, dijo Mike Sloan, director de salvaguardia de GRACE, durante la Cumbre Enditnow sobre abuso 2023, de la División Norteamericana. [Imagen: Dan Weber]

La cumbre enditnow sobre abuso, “En Salvaguardia de la Paz”, de la División Norteamericana (NAD, por sus siglas en inglés), celebrada el 12 y 13 de noviembre en la Universidad Andrews, en Berrien Springs, Míchigan, Estados Unidos, presentó el testimonio en video de la historia de Karen, seguido por una sesión de discusión, juntamente con meditaciones devocionales y presentaciones que hicieron reflexionar, por parte de propugnadores, dirigentes de la iglesia y educadores. La cumbre finalizó con entrenamiento práctico ante revelación de abuso y creación de una lista de recursos para sobrevivientes de abuso.

Más de 100 dirigentes de iglesia, educadores, estudiantes de seminario, defensores profesionales y voluntarios de todos los Estados Unidos y Europa, se inscribieron para participar en la cumbre. El evento de dos días de duración concluyó con una ceremonia de certificación enditnow para aquellos asistentes que demostraron su habilidad para apoyar a los sobrevivientes de abuso, a través de una evaluación de tales habilidades.

“La Iglesia Adventista del Séptimo Día en la División Norteamericana se preocupa mucho respecto a este tema y estamos tomando una firme posición en contra del mismo”, dijo Erica Jones Smith, organizadora de la cumbre y directora asistente de Ministerio de la Mujer de la NAD; y añadió: Creemos que lo más impactante que podemos hacer sobre este asunto es entrenar a personas locales para que comprendan que esto sucede también de hecho en comunidades religiosas y para que sepan cómo responder en forma apropiada cuando esto ocurra”.

Algunos de los asistentes a la cumbre enditnow que vinieron de todos los Estados Unidos y Europa. [Imagen: Dan Weber]

El primer día de la cumbre, Ken Denslow, presidente de la Asociación Lake Union de la Iglesia Adventista, ofreció una muy peculiar perspectiva sobre la parábola del buen samaritano. Todos nosotros somos ese hombre golpeado, dijo el presidente Denslow, representando a “aquellos que han sido despojados de su dignidad y sentido de valor propio por las incautas y sin sentido acciones de otros”. Jesús es el Buen Samaritano, “Él es el único que puede salvar”. Y nosotros somos llamados a ser los mesoneros que ayudan a sanar las heridas de los afligidos. “Que las iglesias adventistas del séptimo día sean verdaderamente puertos de refugio, en donde los encargados del mesón se mantienen diligentemente atendiendo las necesidades de otros”, dijo.

El primer día de las reuniones se hizo también del conocimiento de los participantes que una consejera, Nicole Parker, estaría disponible para dar su apoyo durante el entrenamiento. Nicole Parker, quien enseña un curso en asesoría bíblica y resolución de conflictos en la Universidad Adventista Southern y presta sus servicios como terapeuta y defensora de víctimas de abuso, enfatizó el concepto de la necesidad de la iglesia de abordar el asunto del abuso. “Muchas personas piensan que la defensa contra el abuso es un tema secundario que nos distrae de la tarea de llevar el evangelio al mundo. Pero he encontrado que es un tema central. Jesús dice que la manera como tratamos a los indefensos es un indicador de dónde está nuestro corazón”.

Tres de los presentadores, René Drumm, catedrático sénior de sociología de la Universidad Andrews; Tricia Lewis, profesora clínica asociada de ciencias de la salud de la Universidad del Sagrado Corazón y Tracey Ray, directora ejecutiva de Safe Haven of Pender, un albergue y centro de recursos para sobrevivientes de abuso doméstico, ayudaron también en la elaboración del manual En Salvaguardia de la Paz, con información sobre abuso, recursos y apropiadas respuestas a la revelación de situación de violencia. El manual fue presentado en esta cumbre y estará disponible a través de AdventSource.

La Cumbre sobre Abuso mantuvo la atención de los asistentes con inspiradas sesiones sobre estadísticas, prevención y respuesta al abuso, así como con entrenamiento práctico sobre cómo responder ante el mismo. [Imagen: Dan Weber]

Problemas de abuso prevalentes en congregaciones

La profesora Lewis habló sobre la prevalencia del abuso y señaló que en los Estados Unidos, una tercera parte de las mujeres y un 36 por ciento de los hombres informan violencia íntima de pareja (IPV, por sus siglas en inglés) emocional o sicológica. En Canadá, el 44 por ciento de las mujeres y el 36 por ciento de los hombres han experimentado IPV, siendo la violencia emocional la más prevalente en un 40 por ciento para ambos y ocupando la IPV física un segundo lugar, en el 23 por ciento de las mujeres y 17 por ciento de los hombres.

La revelación más sorprendente fue la prevalencia de IPV en la Iglesia Adventista del Séptimo Día en los Estados Unidos, basándose en la información en resultados de encuestas sometidos  por 1,400 miembros. Más del 60 por ciento de la muestra había experimentado alguna forma de abuso emocional o sicológico. Además, el 30 de las mujeres y el 20 por ciento de los hombres informaron también violencia física.

Dijo la profesora Lewis: “Las cifras indican que en los Estados Unidos, la violencia íntima de pareja es tan común en la iglesia como lo es fuera de ella. Esto podría sorprender a muchos que piensan que la denominación o la iglesia es un lugar sagrado para los hombres y mujeres. Infortunadamente, no lo estamos haciendo mejor que el resto del mundo en cuanto a la prevención del abuso”.  

Los asistentes que pasaron una evaluación de habilidades recibieron certificación como propugnadores de enditnow. [Imagen: Dan Weber]

El profesor Drumm reveló los resultados de un exhaustive estudio de seguimiento de 42 víctimas adventistas sobrevivientes de abuso, señalando que el 90 por ciento de los abusadores eran miembros adventistas del séptimo día. Varios de ellos ocupaban cargos en la iglesia o posiciones dentro de la denominación, tales como pastores, ancianos de iglesia, diáconos, profesores, administradores de hospitales o con cargos en asociaciones. El mensaje subyacente es, dijo el profesor Drumm, que “[un abusador] puede ser cualquier persona”.

En una sesión sobre las barreras que impiden que las víctimas o sobrevivientes se vayan o se alejen de la situación, Rubén Muriente, director del programa de la Oficina de Comunidad, Seguridad y Violencia Armada de la Ciudad de Chattanooga, Tennessee, hizo notar que, para muchos, “el temor de irse es más grande que el temor de quedarse”. Las razones para quedarse incluyen el temor de un daño físico mayor, perder la custodia de los hijos, no ser creídos, sentimientos de culpa, vergüenza o la esperanza de un cambio positivo. El director Lewis añadió que con mucha frecuencia, las mujeres se quedan, aun en casos de abuso severo, por causa de su dependencia financiera de la otra persona. Los asistentes aprendieron también que, en promedio, las víctimas sobrevivientes se van o alejan seis u ocho veces antes de irse en forma permanente.

El director Muriente subrayó que los casos de violencia en las iglesias, son endémicos. Lo primero es la reputación del abusador. “Esos lobos vestidos de ovejas son más comunes de lo que usted piensa”, dijo. En el caso de Karen, su esposo era un diácono y amigo del pastor. Y añadió: “Algunas veces nuestras expectativas religiosas necesitan ser revisadas cuando se trata del abuso”. La idea equivocada de que el abuso es menos prevalente dentro de la iglesia y, la falta de intencionalidad en torno a este asunto, puede inadvertidamente perpetuar una cultura de abuso.

Nicole Parker, profesora adjunta de la Universidad Adventista Southern y terapeuta y defensora de víctimas de abuso, estuvo disponible a lo largo de la cumbre de enditnow para apoyar a los participantes para los cuales algunos de los contenidos pudieran actuar como un detonante. [Imagen: Dan Weber]

Prevención y respuesta

Subsecuentemente, la profesora Lewis dio a conocer diferentes niveles de prevención. La prevención terciaria mitiga las consecuencias a largo plazo de la violencia, en víctimas supervivientes que procuran sanidad. Ejemplos en la iglesia incluyen asesoría (remitir el caso cuando sea necesario), grupos de apoyo, apoyo financiero y similar para las víctimas sobrevivientes y sus familias. La prevención secundaria abarca una detección temprana e intervención inmediata. Ejemplos de ello incluyen el hacer disponibles recursos IPV y tener un propugnador o defensor enditnow que reciba información o revelaciones confidenciales. Finalmente, la prevención primaria involucra un amplio sistema de esfuerzos para prevenir nuevos casos de tal condición o victimización. Ejemplos de ello incluyen sermones condenatorios del abuso, día de énfasis enditnow y seminarios sobre relaciones saludables.

Mike Sloan, director de salvaguardia de GRACE (Respuesta piadosa al abuso en el entorno cristiano), cubrió en los dos días el tema de la prevención y la respuesta al abuso infantil. Citó casos comunes de abuso infantil, tales como disciplina física que lleva a lesiones físicas y negligencia emocional cuando el niño no se siente seguro o amado. Hizo notar que más del 90 por ciento de las víctimas conocen a su abusador y la mayor parte de los abusos ocurren en casa, perpetrado por un padre o pareja biológica o no biológica. Finalmente, muchos niños víctimas de abuso nunca revelan tal abuso.

Mientras que la afiliación religiosa no reduce automáticamente los casos de abuso infantil, el director Sloan afirmó que, “las comunidades religiosas pueden ser una parte poderosa de la solución”. Abogó por la educación de los niños en cuanto a protegerse a sí mismos y por la educación de las congregaciones sobre los tipos de abuso infantil, señales de alarma, respeto de límites y recursos. La comunidad más segura es una comunidad educada”, dijo.

Brindar esperanza y sanidad

La historia de Karen fue intercalada en las sesiones de la cumbre y ofreció esperanza tanto para las víctimas sobrevivientes, como para sus defensores. Karen dice que estaba por caer en un pozo sin fondo cuando comenzó a tocar en la radio el canto “Elige la vida para que vivas”, escuchándose cada vez más fuerte. Ese día clamó a Dios por ayuda, la cual llegó en la forma de una amiga que la observó frotándose la muñeca y que la instó a buscar asesoría. Poco tiempo después, vio en la iglesia un volante que anunciaba un albergue para mujeres abusadas. Le pidió a su esposo que la dejara someterse a un tratamiento de su depresión y milagrosamente el esposo accedió. La paz que experimentó ahí, además de mucha oración, le dio la suficiente fortaleza para dejarlo.

Actualmente, Karen y sus hijos adultos están prosperando, Sus hijos se han casado y siguiendo carreras significativas. Incluso Karen se reconectó con la hija que había dado en adopción. Ahora comparte abiertamente su historia. “¿Por qué Dios permitiría que pasara esto? No tengo la menor idea”, dijo. Pero lo que sí sé es que Dios es bueno. Le doy a él la gloria por haber pasado por esto. Deseo decirles a otras mujeres que hay esperanza”.

La versión original de esta noticia se publicó en el sitio de noticias de la División Norteamericana.

Traducción – Gloria A. Castrejón

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