Durante un Congreso de la Asociación General (AG), representantes de las iglesias de todo el mundo y de todos los niveles de la iglesia se reúnen para revisar, analizar y, si es necesario, enmendar los reglamentos eclesiástico-administrativos y otros documentos y procesos importantes. Pero aquí no es donde comienzan las decisiones de la iglesia. Comienzan a nivel local.
Por medio de la utilización de cualquier método que sea estándar en su cultura, los líderes son elegidos para cubrir cargos dentro de sus iglesias locales. Luego, las áreas se organizan en grupos cada vez más grandes: asociaciones, uniones y la Asociación General.

[Fotografía: Josef Kissinger]
Y es aquí donde entra en juego el Congreso de la Asociación General. Cada cinco años, los delegados de cada subsección de la Asociación General, también conocidas como divisiones (basadas en el porcentaje de miembros), son enviados a representar a su región en las asambleas eclesiástico-administrativas de la iglesia. Trece divisiones (con cuatro campos adjuntos) representan la totalidad de la membresía de la iglesia mundial de más de 23 millones. Dentro de esos 23 millones de miembros hay más de 200 países y miles de idiomas, que representan una miríada de culturas y formas de vida. Lo que significa que también hay innumerables formas de llevar adelante las deliberaciones. Por ejemplo, “en 22 países en la División Transeuropea, hay casi 22 formas parlamentarias diferentes de hacer las cosas”, comentó Audrey Andersson, vicepresidenta general de la AG, quien estuvo en la rotación de los presidentes de las sesiones durante el Congreso de la Asociación General, en una entrevista el pasado 10 de julio. “Es por ello que estoy tan contenta de que tengamos las Reglas de Orden en nuestra Constitución. Tiene solo 18 páginas y cubre el 99 por ciento de lo que necesitamos. El otro 1 por ciento es la razón por la que tenemos un parlamentario”. Esos procesos se basan en la guía creada en 1876 por el estadounidense Henry Martyn Robert, que ahora se utiliza en muchos, si no en casi todos, los procedimientos comerciales oficiales en los Estados Unidos. La versión de la iglesia es mucho más concisa y específica que la de Robert, pero sigue los mismos principios básicos.Seguir cualquier regla oficial de orden para llevar a cabo las deliberaciones puede resultar abrumador, incluso para el presidente de una sesión en el Congreso de la Asociación General. “Sí, hay cosas que me dan ansiedad [como presidenta]”, admitió Andersson. Dio un ejemplo de cómo pasé por alto a alguien que esperaba para hablar frente a un micrófono y comenzó el siguiente segmento de la reunión sin permitirles sus dos minutos al micrófono.
Las reglas también pueden generar ansiedad o confusión a los delegados sobre tablas que son nuevos en el cargo, o que provienen de lugares del mundo donde las deliberaciones se llevan a cabo de manera algo diferente. Eso puede dar lugar a preguntas periódicas de aclaración por parte de los delegados en el plenario. Y cuando un delegado indica que tiene una pregunta sobre una cuestión de orden, su nombre pasa automáticamente a la parte superior de la lista como comentario prioritario, por lo que se le llamará rápidamente. Se trata de un esfuerzo por evitar que se continúe demasiado por un camino que acaso no está siguiendo adecuadamente las reglas de orden.
Sin embargo, “no todas las cuestiones de orden que se plantean al micrófono son una cuestión de orden”, dijo Andersson. Una cuestión de orden es algo que se refiere a una cuestión de procedimiento o a la comodidad de los delegados. Por ejemplo, cuando la traducción al portugués no funcionaba, era una cuestión de orden, dijo Andersson, porque había gente que no podía entender lo que estaba pasando.
A veces, esas interrupciones, junto con un flujo constante de comentarios sobre la Constitución, los Estatutos y el Manual de la iglesia, pueden resultar frustrantes, ya que pueden ralentizar el progreso de la agenda en una determinada sesión.
“Entiendo la frustración del momento a medida que pasan las horas y la gente intenta proponer ediciones desde tablas, o afirma que hay elementos del proceso que no se están cumpliendo bien”, comentó Ginger Ketting-Weller, delegada y rectora del Instituto Internacional Adventista de Estudios Avanzados (AIIAS) en Silang, Filipinas, en una publicación de Facebook. Pero, señala, esa frustración puede ser un “poco miope o de una mente estrecha”.
Algunos delegados, dice Ketting-Weller, tienen años de experiencia a sus espaldas y conocen las Reglas de Orden de Robert “como la palma de la mano”. Otros, sin embargo, pueden provenir de un entorno en el que esa no es la forma estándar de efectuar deliberaciones, o tal vez están en sus primeros años de carrera y todo el proceso de tener siquiera “reglas de orden” les resulta extraño.
“Aquellos para quienes el proceso es nuevo están observando y aprendiendo con cada enmienda sugerida, cada fallo parlamentario, cada decisión que toma el que preside”, añade. “Y aprender requiere de tiempo y de paciencia”.
Para ayudar con ese aprendizaje gradual, la Asociación General ofrece videos de capacitación sobre el procedimiento de las asambleas deliberativas y las reglas de orden, que se ponen a disposición de todos los delegados antes de cada Congreso de la Asociación General. El objetivo es minimizar la confusión y aprovechar el uso eficiente del tiempo de las reuniones.
“Quiero dedicar más tiempo a ayudar a que los delegados entiendan que no se pueden editar documentos en el plenario”, dijo Andersson. “He sido delegada, y quieres llegar aquí y sentir que hiciste una contribución [más allá de agitar una tarjeta o usar Election Buddy para votar]. Pero al mismo tiempo, si alguien ha dicho lo que querías decir, tal vez no necesites decirlo. Son cosas difíciles de hacer”.
Ketting-Weller está de acuerdo en que las cosas se podrían hacer mejor. Sugiere, por ejemplo, que un “pequeño parlamentario” esté en los micrófonos para verificar que una pregunta sobre una cuestión de orden sea realmente una cuestión de orden.
Sin embargo, de manera abrumadora, Ketting-Weller dice que lo que sucede sobre tablas durante el Congreso de la Asociación General es indicativo del sistema de gobierno de la iglesia, que valora la diversidad de voces, el trabajo bien hecho y mantener lo más importante en primer plano.
“Juntos […] tratamos de encontrar [una manera de] satisfacer las necesidades de todos”, dijo Andersson. “Por eso me encantan los reglamentos. Tomamos lo mejor de lo mejor, escuchándonos unos a otros y, al fin y al cabo, tenemos manuales de reglas y procedimientos de los que podemos estar orgullosos”. Por lo general, la atención al detalle no es quisquillosa ni maliciosa: es simplemente una demostración del interés que sienten los delegados en la iglesia. “A la gente le importan mucho los detalles porque quieren que las cosas se hagan de la mejor manera”, dijo Ketting Weller, “para que seamos mejores”.
Becky St. Clair es una escritora independiente que vive en California.