Las elecciones pequeñas y consistentes tienen un gran impacto.

18 de junio de 2025 | Tennessee, Estados Unidos | Marion Peppers

Durante la mayor parte de mi vida, no traté a mi salud como algo prioritario. Solía descuidar el movimiento y la nutrición y persiguiendo soluciones rápidas. Después de años de lucha, finalmente comencé a darme cuenta de que cuidar mi salud no se trataba solo de verme o sentirme de cierta manera; se trataba de honrar a Dios con la vida que me confió.

Dios nos creó para ser mayordomos de muchas cosas, lo cual incluye el cuerpo que nos ha dado (véase 1 Corintios 6:19, 20). La pregunta es: ¿Tratamos a nuestro cuerpo con la misma bondad y respeto que él lo haría? Cuando cuidamos de nosotros mismos, no solo mostramos buena disposición, sino que nos volvemos capaces de seguir su dirección.

No sé ustedes, pero soy una persona muy ocupada. ¿De dónde sacamos el tiempo para dedicarle a nuestra salud? La motivación no surge de la nada. Es difícil tener una rutina de ejercicios constante y comer bien. Afortunadamente, Dios es el dador de todas las cosas buenas, incluyendo el don de la disciplina, y la disciplina es lo que crea la motivación.

Estos son algunos consejos sencillos que puedes probar para comenzar a trabajar por tu salud:

Empieza con cambios pequeños y sostenibles.

Los ajustes graduales suelen tener más probabilidades de mantenerse a lo largo del tiempo que los cambios drásticos y extremos en el estilo de vida. Por ejemplo, acostúmbrate a tener una botella de agua al lado de tu cama. No permitas que tus pies toquen el suelo antes de tomar un buen trago. Entonces, después de ello, créate recordatorios para que sigas bebiendo todo el día. Aquellos que comienzan bien tienen más probabilidades de terminar bien.

El movimiento es un don de Dios.

El ejercicio nunca tiene que ser visto como un castigo. Los estudios muestran la importancia del movimiento en general, como así también del entrenamiento cardiovascular y de fuerza para mantener los órganos y músculos sanos. Eso no significa que tienes que caminar más de 15 kilómetros por día o pasar dos horas haciendo algo que odias. Comienza con 10 minutos al día de entrenamiento de resistencia; acostúmbrate a levantarte y moverte cada hora; busca algo que disfrutes en lo que toda la familia pueda participar. Simplemente, muévete más.

El alimento es combustible.

En lugar de obsesionarse con las dietas y las calorías, aprecia los alimentos integrales que Dios te ha dado. Vea la comida como el combustible que Dios quiso que sea. Come “alimentos de verdad”, equilibrando su dieta con abundancia de fibra, proteínas limpias y grasas saludables, y deje de comer cuando esté satisfecho.

Tómate tu tiempo para descansar y recuperarte

Por más importante que es el movimiento, el descanso y la recuperación son igualmente importantes. Procura tener un sueño más reparador y disfruta del día de reposo que Dios da cada séptimo día.

Prioriza la comunidad y la responsabilidad ante los demás.

La comunidad es fundamental para nuestra salud, ya que proporciona un marco de apoyo, responsabilidad y conexión social. Cuando nos reunamos para adorar como una comunidad de creyentes, animémonos unos a otros física, espiritual y emocionalmente.

Tu salud no tiene por qué ser complicada. Al tomar decisiones pequeñas y consistentes, puede ir desarrollando una vida más saludable. Cuidar de tu cuerpo es una forma de honrar al Dador de la vida. Comienza donde estás, usa lo que tengas a mano y confía en que cada paso adelante es un paso hacia un bienestar duradero.

Marion Peppers es esposa, madre que educa a sus niños en la casa, entrenadora personal certificada y fundadora de Peppers Total Fitness. Ella y su familia viven en el estado de Tennessee, Estados Unidos.

Traducción de Marcos Paseggi

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