17 de julio de 2022 | Loma Linda, California, Estados Unidos | Por Ronny Nalin, director del Instituto de Investigación de Geociencia, una agencia de investigación adventista del séptimo día en Loma Linda, California, Estados Unidos.

El 11 y 12 de julio fue revelada al público la primera serie de imágenes captadas por el Telescopio Espacial James Webb. Las imágenes incluían una imagen de campo ultra profundo tachonada de miles de galaxias, una vista de un grupo de seis galaxias, imágenes de nebulosas con estrellas envueltas dentro de sus diversamente esculpidas regiones de polvo espacial  y un espectro de transmisión obtenido a través de luz estelar filtrada a través de la atmósfera de un exoplaneta.

Estas imágenes marcan el altamente esperado comienzo de operaciones científicas a través de este telescopio espacial y fueron aclamadas a través de su publicación en la prensa internacional por su asombrosa resolución, valor informativo y belleza intrínseca. Esta oportunidad sin precedentes para la observación cósmica engendra naturalmente el deseo de una reflexión más profunda sobre el ingenio y habilidad humanos, la creación de Dios y la comprensión bíblica de nuestro lugar y significado dentro del cosmos.

Imagen reciente del telescopio espacial James Webb [Imagen: NASA/STScl]

[/caption]Ingenio humano: Sello distintivo de una buena Creación

La exitosa adquisición de imágenes a través del telescopio James Webb es el producto de más de 30 años de planificación e implementación de un complejo proyecto que involucra a miles de científicos, ingenieros y técnicos. Desde el telescopio de Galileo hasta los modernos aceleradores de partículas, la tecnología e instrumentación han sido con frecuencia los catalizadores para los descubrimientos de nuevos fenómenos en la naturaleza y han ayudado a discriminar entre ideas en competencia en cuanto a su explicación.

Sin duda alguna el telescopio Webb contribuirá de la misma manera a la expansión de las fronteras del conocimiento. Sin embargo, independientemente de los avances científicos que habrán de ser posibles a través de este instrumento, su existencia misma y su operación activa son un vivo testamento del ingenio humano.

Este increíble aparato construido en la tierra y situado ahora en el espacio, aproximadamente cuatro veces más lejos que la órbita de la luna, encarna la esencia de lo que realmente nos hace especiales como seres humanos: La habilidad, tanto en el arte como en la ciencia, de concebir, diseñar, crear y poner en ejecución algo que no estaba ahí antes. La colaboración científica de este tipo, especialmente cuando tiene como intención el beneficio de todos, es una expresión de la forma como los seres humanos fueron hechos a la imagen de Dios.

Podemos pensar también en numerosos ejemplos en los que el ingenio humano se propuso construir torres de Babel, perpetuando el mal. La perspectiva bíblica nos ayuda a tener un mejor sentido de tales contrastantes resultados de los esfuerzos creativos. Si la habilidad de descubrir, diseñar y crear es un buen don que nos fue otorgado por Dios, no podemos pasar por alto la influencia del pecado sobre las prioridades y ambiciones humanas: “Dios hizo perfecto al género humano, pero este se ha buscado demasiadas complicaciones” (Eclesiastés 7:29, NVI).

Aprendizaje acerca del cosmos: Oportunidades y desafíos

¿Cuáles son algunas de las interrogantes específicas que se esperan puedan ser contestadas gracias al telescopio espacial James Webb y qué hace que este telescopio sea el adecuado para atenderlas?

Posiblemente, el elemento clave es que los instrumentos científicos del telescopio han sido diseñados para hacer observaciones en las regiones de baja frecuencia infrarroja y cercana a la infrarroja del espectro electromagnético. Lo anterior permite, entre otras cosas, la captura de luz procedente de distantes galaxias y objetos borrosos o más fríos que están emitiendo radiación en la región infrarroja; y observar patrones de absorción de luz estelar en atmósferas de exoplanetas.1

Es fascinante pensar que los científicos astrofísicos serán capaces de utilizar los datos adquiridos a través del telescopio Webb para extraer generalidades a partir del vasto despliegue de posibilidades en configuración y composición existentes entre las galaxias, estrellas y exoplanetas. Esta habilidad para encontrarle sentido al cosmos, categorizando y entendiendo las dinámicas de sus fenómenos, es lo que hace al estudio de la Creación notablemente satisfactorio. Inteligibilidad y consistencia ocurren dentro de una rica complejidad de innumerables combinaciones y testifican acerca de la sabiduría y la grandeza de Dios, pero también de su deseo de ser conocido. Sus pensamientos suman más que los granos de arena en nuestro planeta; y sin embargo, podemos meditar en ellos (Salmos 139:17, 18).

Es también inevitable que algunos de los hallazgos basados en datos adquiridos por el telescopio Webb se presenten en formas que desafíen la perspectiva bíblica de los orígenes. Los modelos cosmológicos basados en astrofísica no pueden mantenerse aislados de interrogantes filosóficas acerca de los orígenes y pueden enmarcarse dentro del cuadro mayor del largamente sostenido debate entre materialismo y teísmo.2

En un nivel más específico, podríamos esperar que los resultados relacionados con exoplanetas proyecten una narrativa que desconecte el origen de la vida de un acto de creación especial y se  trivialice como un fenómeno común e inevitable en el cosmos.3

Finalmente, la interrogante sobre la edad del universo y su relación con la cronología bíblica y la semana de la creación continúa siendo una fuente de discusión. Se ha sugerido que un modelo de “dos etapas de creación” de un universo antiguo y una reciente semana de la creación, puede reconciliar Génesis 1 con actuales modelos cosmológicos.4 Este enfoque no resuelve toda la tensión; sin embargo, porque los modelos de evolución planetaria incluyen procesos tales como  la formación de corteza, océanos y atmósfera terrestres que son mencionados en los primeros días de creación y siguen típicamente modelos de escalas de largos periodos de tiempo; creo, como el centurión romano (ver Mateo 8:8, 9), que Cristo tiene autoridad sobre su creación y el poder para instantáneamente traer por su palabra cosas a la existencia. Sin embargo, cuando se trata de puntos de tensión me ha sido útil abstenerme de especulaciones sobre cosas sobre las que sé muy poco al respecto y continúo valorando la importancia de escuchar y considerar perspectivas discrepantes.5

Entre lo terrenal y lo celestial

Al mirar las imágenes obtenidas a través del telescopio espacial James Webb, me siento un poco como David en su contemplación del cielo nocturno. Me he hecho consciente de mi condición finita, pero también de mi valor. Dios les asignó a los seres humanos este planeta como su hogar. Y sin embargo, aunque anclados diariamente en la realidad terrestre, se nos ha dado la oportunidad de considerar los cielos.6 Hace aproximadamente 3,000 años, David ignoraba acerca de agujeros negros, exoplanetas o colisiones galácticas. Sin embargo, sus inspiradas palabras de asombro y adoración resuenan todavía tan increíblemente verdaderas: “Oh Señor, Soberano nuestro,  ¡qué imponente es tu nombre en toda la tierra!”
(Salmos 8:1, NVI).

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Para una popularizada vista general de esos objetivos científicos, ver, por ejemplo, Natalie Wolchover, “El Telescopio Espacial Webb va a Reescribir la Historia Cósmica, si Funciona”,  por  Natalie Wolchover,  Quanta Magazine, 3 de diciembre de 2021, https://www.quantamagazine.org/why-nasas-james-webb-space-telescope-matters-so-much-20211203/.

Ver sobre esto el primer episodio “El Gran Debate”, de la serie de videos producida por GRI:  Thinking Creation, https://www.grisda.org/audio-visual-media?album=3055984&video=101654539. Para un vistazo general del modelo cosmológico estándar y sus implicaciones a través de una perspectiva creacionista, ver, “Cosmology and Genesis: The Road to Harmony and the Need for Cosmological Alternatives” (Cosmología y Génesis: El Camino hacia la Armonía y la Necesidad de Alternativas Cosmológicas”, por Mart de Groot, Origins 19, no. 1 (1992), 8–32, https://www.grisda.org/origins-19008; y “The Theory of the Universe” (La teoría del universo), por Benjamin Clausen,  Instituto de Investigación de Geociencia, 5 de octubre de 2012, https://www.grisda.org/the-theory-of-the-universe-1.

El asunto aquí no es la posibilidad de vida en exoplanetas, la cual ciertamente no queda descartada en el modelo bíblico, sino más bien, un recuento materialista de su aparición..

Para una discusión sobre este enfoque, desde una perspectiva bíblica y científica, ver “Génesis y el Cosmos: ¿Una Imagen Unificada?”, por Mart de Groot, Dialogue 17, no. 1 (2005), 15–17, https://dialogue.adventist.org/1185/genesis-and-the-cosmos-a-unified-picture; “El Relato de Génesis sobre los Orígenes”, por Richard M. Davidson, en The Genesis Creation Account and Its Reverberations in the Old Testament (El relato de la Creación y sus repercusiones en el Antiguo Testamento) ed. Gerald A. Klingbeil (Berrien Springs, MI: Andrews University Press, 2015), 59–129, https://www.grisda.org/the-genesis-account-of-origins.

Ver también mi artículo sobre habitabilidad planetaria, “¿Es la Tierra Especial? Habitabilidad Planetaria y Génesis 1”, Instituto de Investigación de Geociencia, 30 de noviembre de 2021,  https://www.grisda.org/is-the-earth-special-planetary-habitability-and-genesis-1], para una lista de razones para continuar involucrados en temas de estudio que parecen desafiar nuestra comprensión bíblica sobre los orígenes.
Ver G. González y J. W. Richards, The Privileged Planet: How Our Place in the Cosmos Is Designed for Discovery (El planeta privilegiado: Cómo nuestro lugar en el cosmos está diseñado para el descubrimiento) (Washington, DC: Regnery, 2004).

Traducción – Gloria A. Castrejón

 

 

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