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Asistentes a la conmemoración del aniversario visitan la tumba de Mary Semi, misionera adventista asesinada. Imágenes por Kent Kingston/Adventist Record

8 de septiembre de 2016 | Islas Salomón | Kent Kingston, South Pacific Adventist Record

El primer ministro de las Islas Salomón rindió un emotivo tributo a los misioneros adventistas del séptimo día asesinados e hizo referencia a la cofundadora de la iglesia, Elena G. White, en un discurso de celebración del 50° aniversario de un remoto hospital adventista.

El Primer Ministro, Manasseh Sogovare, se unió a centenares de personas en la celebración de tres días de duración en el Hospital Adventista Atoifi, en la zona oriental de la Isla de Malaita, un sitio al que solamente se puede tener acceso por barco o por avión. La capital del país, Honiara, se encuentra a unos cuarenta minutos de vuelo.

El Primer Ministro, Manasseh Sogovare, a la izquierda, cerca de una placa especial de conmemoración del aniversario, saludando al médico Chester Kuma, quien prestó sus servicios en Atoifi.

El Ministro Sogovare dijo que la política gubernamental ha sido fuertemente influenciada por el hospital y una escuela de enfermería operada en ese plantel por la Universidad Adventista del Pacífico, con base en Papúa, Nueva Guinea.

“Soy testigo de la contribución de esta iglesia en el aumento progresivo de la capacidad de las Islas Salomón”, dijo. “Los modelos elaborados por Atoifi y la escuela de enfermería han demostrado que son apropiados para ponerse en práctica en zonas rurales… Este es uno de los mejores hospitales en las Islas Salomón; uno de los más respetados y mejor equipados”, añadió.

Para sorpresa de algunos, el Ministro Sogovare incorporó sólidos temas espirituales en su discurso y hasta citó ampliamente a Elena G. White.

Dijo el Ministro Sogovare, leyendo un pasaje de Notas Biográficas de Elena G. White, p. 216: “Como he participado en todo paso de avance hasta nuestra condición presente, al repasar la historia pasada puedo decir: “¡Alabado sea Dios! Al ver lo que el Señor ha hecho, me lleno de admiración y de confianza en Cristo como director. No tenemos nada que temer del futuro, a menos que olvidemos la manera en que el Señor nos ha conducido, y lo que nos ha enseñado en nuestra historia pasada”.

El Ministro Sogovare alentó a los dirigentes locales y líderes en la comunidad, a trabajar en conjunto con Atoifi y discutir juntos los asuntos culturales que han provocado malos entendidos o tensiones. El año pasado, algunos airados aldeanos demolieron el edificio de una nueva iglesia adventista en la Isla Anuta y le ordenaron a la pequeña congregación que se fuera del lugar.

El ministro habló también de los pioneros adventistas que trabajaron arduamente y se sacrificaron en extremo para llevar el evangelio y una mejor salud a los habitantes kwaio, antes y después del establecimiento oficial del hospital de 91 camas, el 25 de agosto de 1966.

El Ministro Sogovare hizo recordar en forma muy emotiva a aquellos que habían dado mucho “aun el supremo sacrificio de su propia vida; refiriéndose a misioneros tales como Lens Larwood, quien murió en un accidente en un tractor, en 1979, y a Mary Semi (fallecida en 1929), Briaen Dunn (1965) y Lance Gersbach (2003), todos ellos asesinados por aquellos a quienes habían venido a ofrecerles ayuda.

Más tarde, un grupo de invitados hicieron un breve viaje por embarcación a la otra parte de Uru Harbour y ascendieron a la cima de una empinada colina para rendir homenaje ante la tumba de Mary Semi, una misionera adventista del oeste de las Islas Salomón, quien fuera brutalmente asesinada en conexión con una disputa sobre el precio que debía pagarse por una joven novia de la localidad. Las historias orales difundidas localmente señalan consistentemente que el esposo de Mary, Semi Pukekera, también de Ranongga, en el occidente de las Islas Salomón, descendió apresuradamente de la empinada colina para evitar ser la siguiente víctima y fue milagrosamente transportado por el aire, cayendo sin contratiempo en el mar, de donde fue recogido por un bote en la orilla opuesta.

Una enfermera atendiendo a un niño en el Hospital Adventista Atoifi.

El evento llevado a cabo en el hospital se inició un viernes del pasado mes de agosto, con guerreros que portaban flautas o zampoñas, disputándose la atención de los presentes con los redobles de los tambores de bambú y una banda de música. El Coro Mixto Atoifi y los Médicos Cantores interpretaron el himno nacional y un canto de aniversario compuesto especialmente para la ocasión, basado en el lema del hospital: “Una vida de servicio; salud para todos”.
“Usugani lea!” (buenos días) fue una expresión que sirvió de introducción en muchos de los 15 discursos, incluyendo el del primer ministro. Su uso refleja un profundo reconocimiento del lugar, pues este saludo se hacía en el idioma de los kwaio, los tradicionales propietarios de la zona y unos de los accionistas clave en el éxito continuo del Hospital Adventista Atoifi.

El nombre del hospital: Atoifi, es en sí mismo un vocablo kwaio, que significa “sitio difícil para construir una casa”, referente tal vez al terreno debilitado por los túneles creados por miles de cangrejos que pululaban en la zona cuando los misioneros adventistas comenzaron a construir en ese sitio a principios de la década de los 1960.

Chester Kuma, un representante del ministerio de salud en la División del Pacífico Sur, cuyo territorio incluye las Islas Salomón, y médico del hospital Atoifi, de 1988 a 1999, trajo a la memoria durante su discurso, una anécdota en que específicamente se hizo evidente la mano de Dios obrando en Atoifi. En 1994, los dirigentes de dicho hospital y de la Iglesia Adventista se reunieron para discutir la clausura de la institución debido a dificultades financieras. La clausura parecía inevitable después de todo un día de reunión al efecto, en la que se rechazaron estrategias de último recurso puestas a consideración y se llevaron a cabo fervientes sesiones de oración. Pero antes de que se tomara el voto final, uno de los participantes recibió el aviso de una llamada telefónica. Cuando regresó, estaba bañado en lágrimas. Le tomó un tiempo recobrar la compostura y anunciar la buena nueva de que el gobierno de Nueva Zelanda estaba otorgando una considerable subvención, que representaba exactamente la cantidad que se necesitaba para que el hospital de Atoifi permaneciera abierto.

El recuento de esta historia provocó el aplauso de la audiencia y el visible agrado en el rostro del embajador de Nueva Zelanda en las Islas Salomón, Marion Crawshaw, quien estaba sentado en un estrado para gente muy importante construido especialmente para esa ocasión, juntamente con el embajador de Australia, Andrew Byrne.

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