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Anthony Kent (al centro) y Fitzroy Morris conversan con un residente de Brae en las Islas Shetland, Reino Unido. [Fotografía: Marcos Paseggi, Adventist Review]

El equipo de I Will Go Ride es testigo de cómo Dios abre las puertas a la verdad en las Islas Shetland.

25 de mayo de 2023 | Islas Shetland, Escocia, Reino Unido | Marcos Paseggi, Adventist Review

“¿Qué está sucediendo aquí?” pregunta un hombre de mediana edad.

Está encerrado dentro de su furgoneta, mientras una llovizna implacable impide que él y otros caminen por la playa.

El hombre, que dice que viene de un pueblo cerca de Manchester en Inglaterra, conduce una de varias furgonetas que están aparcadas en la Playa Norwick, en la Isla de Unst. Unst es la isla más septentrional de las Islas Shetland y la frontera norte del Reino Unido.

Paul Tomkins reflexiona sobre el ejemplo misionero de Pablo y de cómo se podrían imitar hoy sus esfuerzos. [Fotografía: Marcos Paseggi, Adventist Review]

“Permítame que le explique”.

Como ha hecho en muchas ocasiones durante ese lóbrego 17 de mayo, Anthony Kent, coordinador del equipo I Will Go Ride se detiene para responder la pregunta de un hombre y termina dejándole un par de libros adventistas.

Puede que ese hombre sea el último contacto del día, que comenzó muchas horas y un par de ferris antes desde la base del equipo en Bixter, en la isla principal de las Shetland.

Un plan y un cronograma

Temprano esa mañana, el pastor jubilado Paul Tomkins reflexionó sobre el ejemplo de Pablo cuando procuró alcanzar a los demás. “Salió y dedicó tiempo a reunirse con las personas donde estaban y se reunían a adorar”, dijo Tomkins. Al mismo tiempo, Pablo “estuvo listo para cambiar sus métodos y presentar el evangelio en lugares públicos cuando tuvo la oportunidad de hacerlo”.

Kent ha preparado un cronograma optimista para una ruta con rumbo norte hacia las islas exteriores del extremo noreste de las Shetland. Saben que se pronostica lluvia para la tarde, y quieren aprovechar al máximo cada momento para cubrir tanto de las islas como sea posible antes de que todo esté demasiado mojado. El mandato y la prioridad que tienen, sin embargo, está claro. “En último término, no estamos en las Shetland solo para andar en bicicleta”, dice Kent. “Queremos encontrarnos con las personas y testificarles. Ese es nuestro primer objetivo”.

Un cordero, curioso, observa cómo el equipo de I Will Go Ride inicia otro día de ciclismo. [Fotografía: Marcos Paseggi, Adventist Review]

Su deseo se hace realidad, dado que después de pocos minutos de pedalear, comienzan a detenerse, una y otra vez, para hablar con personas de todos los trasfondos. Un hombre que espera en su carro, estacionado; un obrero que repara un alambrado para las ovejas; y una joven que pasa caminando; y un aun un sepulturero nigeriano. El grupo de ciclistas de uniforme celeste al tono parece despertar la curiosidad de la gente. Todas las personas terminan llevándose folletos o un libro.

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El primer cruce de ferry coloca al equipo en la Isla de Yell (de 966 habitantes) y, no mucho después, comienza a lloviznar. Después de recorrer Yell desde el sudoeste al noreste, otro ferry los lleva hasta Unst (de 632 habitantes). Los cruces en ferry también representan una oportunidad para Kent, que se conecta y habla con algunos de los conductores que aguardan en sus vehículos.

Para entonces, la llovizna es apenas visible, pero implacable. Después de que Kent y Torben Bergland, director asociado de salud de la Asociación General, pedalean con rumbo noreste por Unst, llegan a Playa Norwick. Unos minutos antes, los ciclistas y sus vehículos de apoyo se detienen en la iglesia metodista de Haroldswick, un pequeño templo que es promocionado como la “Iglesia más septentrional de Gran Bretaña”.

“Quién sabe”, comenta un ciclista mojado y con frío mientras acomodan las bicicletas en una furgoneta para el regreso, “si un futuro miembro de iglesia no podrá remontar su primer contacto a esta tarde”.

Esa noción es quizá la que los mantuvo pedaleando a pesar del frío y de la lluvia.

Un buen porcentaje de los caminos de las Islas Shetland son caminos de una sola vía con puntos ocasionales donde pasar. [Fotografía: Marcos Paseggi, Adventist Review]

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El 18 de mayo, en otro día frío y nublado, es tiempo de dejar de lado las bicicletas por un rato para caminar por el centro de Lerwick. La capital de las islas (de 7500 habitantes) está animada por el movimiento, dado que al puerto han comenzado a llegar los primeros cruceros de la temporada.

Los miembros del equipo de ciclismo van cada uno por su camino, recorriendo las calles en los alrededores del Centro Comunitario Isleburgh, el lugar elegido para las reuniones del fin de semana. Una vez más, hablan con los transeúntes, distribuyendo folletos y uno que otro libro.

Entonces, cuando los miembros del equipo parecen listos para tomarse un descanso, Wilfred Masih, pastor de Inverness, tiene una idea. “¿Y si llamamos a la radio?” sugiere. “¿Qué podemos perder?”

Masih se sorprende cuando la persona del otro lado de la línea en la FM 92.7 BBC Shetland les dice que pasen por la estación para ser entrevistados. Masih, Kent y Jimmy Botha, presidente de la Misión Escocesa, visitan la estación. Una vez más, explican qué están haciendo en las Shetland y por qué.

Fitzroy Morris comparte publicaciones adventistas con una joven, durante el recorrido del 17 de mayo. [Fotografía: Marcos Paseggi, Adventist Review]

Entonces, dos periódicos toman la historia y escriben sobre ella. Uno de ellos, The Shetland Times, destaca a los ciclistas como “un grupo de pastores de Noruega y diversas partes de Escocia” que están “dialogando con los residentes, hablándoles de la esperanza”.

La entrevista de radio y el artículo que apareció en los medios impresos no habían estado en los planes del equipo I Will Go Ride. Pero una vez más, Dios abrió puertas que los ciclistas no habían considerado.

“Mi corazón está desbordando en este momento como resultado de todo lo que estoy viviendo”, escribe Botha en un mensaje dirigido al equipo. “Me llena de aliento”.

Traducción de Marcos Paseggi

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