13 de julio del 2023 | Silver Spring, Maryland, Estados Unidos | Ted N.C. Wilson, President de la Asociación General de los Adventistas del Séptimo Día

Hola amigos. Hoy concluiremos nuestro estudio sobre la Revolución Francesa en el libro El Conflicto de los Siglos de Elena de White. En este capítulo, hemos visto cómo la supresión de las Escrituras condujo a una tremenda violencia, que culminó en lo que se conoció como la Masacre de San Bartolomé, donde 70,000 protestantes en toda Francia fueron ejecutados por su fe en Dios y Su Palabra.

La Biblia nos dice claramente en Gálatas 6:7, “Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará”. Esta Escritura cobró vida cuando en el mismo lugar de París donde fueron quemados los primeros mártires de la fe protestante, las primeras víctimas de la Revolución Francesa fueron guillotinadas 200 años después.

Durante ese levantamiento revolucionario, “Jesucristo fue declarado impostor, y el grito de unión de los incrédulos franceses era: “Aplastad al infame”, lo cual decían refiriéndose a Cristo” (CS 276.1). El culto a Dios fue abolido por la Asamblea Nacional. Se recogieron biblias y se quemaron públicamente con desprecio.

Pronto, el país cayó por completo en la idolatría, por el culto a una joven decadente a quien coronaron como la «Diosa de la Razón». Esta llamada «Diosa de la Razón» fue llevada a la Asamblea Nacional con gran pompa y ceremonia, donde fue descubierta y colocada a la derecha del presidente. El orador la tomó de la mano y proclamó: «“Mortales, cesad de temblar ante los truenos impotentes de un Dios que vuestros temores crearon… No reconozcáis de hoy en adelante otra divinidad que la Razón” (CS 278.3).

Desde allí, la diosa se montó en un magnífico carruaje y desfiló por las calles de París hasta la catedral de Notre Dame, donde tomaría el lugar de la Deidad. La Diosa de la Razón fue llevada hasta el altar mayor y recibió la adoración de todos los presentes en aquella blasfema ocasión.

Tristemente, lo que la gente no sabía era que “El espíritu de libertad acompañaba a la Biblia. Doquiera se le recibiese, el evangelio despertaba la inteligencia de los hombres.” (CS 279.2). La desigualdad social, las dificultades económicas y el descontento político que condujo a la revolución podrían haberse evitado si la Biblia no hubiera sido suprimida durante tanto tiempo. “Las enseñanzas de la Biblia eran las que hubieran podido implantar en las mentes y en los corazones de los hombres aquellos principios de justicia, de templanza, de verdad, de equidad y de benevolencia, que son la piedra angular del edificio de la prosperidad de un pueblo escribió Elena de White (CS 280Pero sin la Biblia para guiarlos, el país se vio sumido en una terrible agitación y un reinado de terror que hizo que las calles de París se llenaran de sangre. “La paz y la dicha fueron desterradas de todos los hogares y de todos los corazones,” escribió Elena de White. “Nadie tenía la vida segura. El que triunfaba hoy era considerado al día siguiente como sospechoso y le condenaban a muerte. La violencia y la lujuria dominaban sin disputa. (CS 284.1)

Fue en 1793 que la Asamblea Nacional Francesa aprobó el decreto para abolir la religión cristiana y dejar de lado la Biblia. Y tal como lo predijo la profecía, tres años y medio después, una resolución que derogó esos decretos, otorgando tolerancia a las Escrituras, fue adoptada por esa misma Asamblea Nacional.

Después de que Francia hizo la guerra a los dos testigos de Dios, el Antiguo y el Nuevo Testamento, la Biblia ha sido honrada como nunca antes. En 1804 se organizó la Sociedad Bíblica Británica y Extranjera. Esto fue seguido por organizaciones bíblicas similares que se organizaron en toda Europa. En 1816 se fundó la Sociedad Bíblica Americana. En 1804, la Biblia estaba disponible en cincuenta idiomas; hoy, la Biblia completa se ha traducido a aproximadamente 700 idiomas, y solo el Nuevo Testamento se ha traducido a más de 1500 idiomas. Y al menos una parte de la Biblia ha sido traducida a 3312 idiomas, dando acceso a la mayor parte del mundo a al menos una porción de la preciosa palabra de Dios.

Una y otra vez, a travésde la supresión, el sofisma o la violencia, los seres humanos han buscado destruir a Dios y Su Palabra. Pero, como testifica la Escritura, “Sécase la hierba, marchítase la flor; mas la palabra del Dios nuestro permanece para siempre.” (Isaías 40:8). Amigos, la Palabra de Dios, llena de Sus promesas, profecías, guía y esperanza, es sólida como una roca. Podemos depender completamente de ella. Lo que Dios dice que sucederá, sucederá, y Él viene pronto. Compartamos esta buena noticia por todas partes mientras esperamos ansiosamente Su regreso.

Les invito a orar conmigo ahora mismo.

Padre, gracias por la maravillosa palabra de Dios. La Palabra de Dios, que es tan sólida como una roca. Viene directamente de la sala del trono del cielo, dada a través de profetas inspirados para que podamos entender mejor no solo las profecías para el futuro, sino también las instrucciones para la vida diaria de hoy.

Señor, ayúdanos a permanecer firmes en tu palabra. Gracias por la Palabra de Dios, la Santa Biblia. Gracias por permitir que se traduzca a tantos idiomas. Ahora, Señor, ayúdanos no solo a compartir esa palabra, sino a vivir esa palabra a través del poder del Espíritu Santo.

Te lo pedimos en el nombre de Jesús, Amén.

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