Andrew Woodward, de Loma Linda, presenta consejos a seguir durante el tratamiento oncológico.

 13 de junio de 2024 | Loma Linda, California, Estados Unidos | Lisa Aubry, Loma Linda University Health News

Muchas personas con cáncer luchan no solamente con su enfermedad, sino además con otros desafíos tales como asegurarse de tomar los suficientes y apropiados alimentos durante su tratamiento. El hecho de mantener el apetito y consumir suficientes nutrientes puede ser difícil para pacientes con cáncer, dice Andrew Woodward, un nutricionista oncológico en el Centro Oncológico de la Universidad Loma Linda. Ellos pueden seguir varias estrategias para mantener una dieta saludable y bienestar general.

El tratamiento contra el cáncer y el cáncer mismo pueden causar cambios en el apetito, dice el nutricionista Woodward; y puede diferir cada enfermedad de la persona y su reacción ante el tratamiento Explica que algunos pacientes pueden comer menos de lo usual, se pueden sentir satisfechos muy rápidamente, o no tener deseos de comer. Otros pueden experimentar náusea, vómitos, llagas bucales, o cambios en el sabor u olor de los alimentos, que hacen disminuir el apetito. Por último y no menos importante, añade que los estados sicológicos y emocionales de los pacientes influyen grandemente en su apetito y hábitos de alimentación.

Andrew Woodward, un nutricionista oncológico del Centro Oncológico de la Universidad Loma Linda, habla con una sobreviviente de cáncer. [Imagen: Loma Linda University Health News]

La pérdida del apetito puede llevar a los pacientes a un estado de desnutrición y malnutrición, llamado caquexia, en el contexto de enfermedades crónicas, incluyendo el cáncer. Caquexia y deficiencia de nutrientes pueden tener consecuencias en cuanto a debilitación de la salud, afirma el nutricionista Woodward incluyendo pérdida de masa muscular, debilidad, depresión, deshidratación e impedimento de las funciones cerebrales, tales como memoria y procesamiento de información.

Los pacientes pueden asegurarse de que están comiendo lo suficiente y apropiado al asociarse con nutricionistas tales como Andrew Woodward, con quienes pueden discutir sus circunstancias y planificar estrategias personalizadas para mitigar su pérdida de apetito. El nutricionista Woodward dice que el asumir una solución de “una sola talla” ante el problemas de pérdida de apetito relacionado con la enfermedad de cáncer, es inefectiva en cuanto a atender los desafíos y preocupaciones únicos de cada paciente. En vez de ello, este nutricionista investiga acerca de la personalidad, cultura y preferencias de alimentación únicas de cada paciente a fin de individualizar las recomendaciones en cuanto a su alimentación.

“Cuando los pacientes me dicen que la comida les sabe mal, les pido que lo expliquen con más detalles a fin de que pueda determinar recomendaciones que mejor convengan”, dice. “¿Le falta sabor a la comida, sabe Amarga o tiene sabor metálico? Si el paciente dice que la comida no tiene sabor, le recomiendo el uso de hierbas y condimentos que pueden mejorar el sabor; mientras que si la comida tiene sabor metálico, los cítricos y aun los encurtidos pueden ayudar a limpiar el paladar. Uno de mis pacientes muerde un pepinillo antes de comer a fin de deshacerse de ese mal sabor”.

El nutricionista Woodward toma en cuenta tres factores interrelacionados en el manejo del apetito de los pacientes:

Fisiológicos. El tipo de localización del cáncer puede afectar el apetito en forma diferente. Por ejemplo, el nutricionista Woodward dice que el cáncer en el aparato gastrointestinal puede afectar directamente la saciedad o la sensación de sentirse lleno. La localización del cáncer puede hacer detonar otros efectos que hacen disminuir el apetito, tales como náusea. Los tumores de gran tamaño pueden producir citoquinas proinflamatoria, substancias que influyen sobre el cerebro y el sistema nervioso para reducir el apetito.

Sicológicos. El nutricionista Woodward dice que el estado mental y emocional del paciente, su forma de afrontar el cáncer y sus sistema de apoyo, pueden influenciar en forma significativa los hábitos de alimentación y su apetito. Por ejemplo, ha observado que los pacientes con familiares o personas significativas amantes que pueden ayudar con la preparación de las comidas y que los animan a comer, tienden a tener mejores resultados que los pacientes que no cuentan con tales sistemas de apoyo. Añade que la comida frecuentemente se disfruta y tiene significado porque es un símbolo de amor.

Los pacientes que experimentan enfermedades de salud mental, tales como depresión, tienden a comer menos. El nutricionista Woodward recomienda fomentar un ambiente de tranquilidad y tan placentero como sea posible en la preparación de una comida, en contraste con una atmósfera tensa y estresante. Recomienda a sus pacientes que procuren cuidado y atención integral de la persona, dependiendo de sistemas de apoyo y buscando ayuda por parte de profesionales de salud mental  y nutricionistas oncológicos.

Farmacológicos. El nutricionista Woodward dice que al menos cinco diferentes medicamentos pueden utilizarse para estimular el apetito en pacientes con cáncer que batallan para alimentarse. Algunos de estos medicamentos proveen además beneficios en cuanto el control de náusea o ayudan con el estado de ánimo. Como nutricionista oncológico, Andrew Woodward dice que ha identificado situaciones en las que los pacientes se podrían beneficiar de ciertos medicamentos y se coordina con los oncólogos de los pacientes para determinar el mejor curso de acción con respecto al tipo de medicamento y la dosis del mismo.

“Es “un tira y afloja” cuando el paciente sabe que necesita alimentarse, pero simplemente no tiene el deseo de comer”, dice el nutricionista Woodward. “El trabajar en conjunto con un nutricionista puede realmente ayudar a los pacientes a asegurarse de que están comiendo en forma suficiente y mejorar la calidad de la nutrición que necesitan en la forma como les funcione mejor a ellos”.

Algunas recomendaciones

El nutricionista Woodward revela algunas de las recomendaciones que les ofrece a sus pacientes que enfrentan la pérdida de apetito; cada una de las cuales puede modificarse para adaptarse a las necesidades y preferencias específicas.

Comidas pequeñas y frecuentes.  Los pacientes con poco apetito que pueden estar experimentando otros efectos secundarios a partir de su tratamiento pueden ser incapaces de comer porciones normales de una sola vez. En esos casos, el nutricionista Woodward anima a proveerles pequeñas comidas y bocadillos cada dos o tres horas durante el día.

Bebidas de proteína. Las bebidas de proteína son valiosas cuando se consumen en adición a las comidas regulares, dice el nutricionista Woodward. Con más de una clase diferente entre las cuales escoger, dice que trabaja con sus pacientes a fin de personalizar sus opciones y ofrecerles varias ideas en cuanto a sabores a fin de mejorar el sabor de las bebidas para los pacientes. Dice que las bebidas de proteína son portables, convenientes, adaptables y añaden en forma eficaz proteínas y calorías necesarias en la dieta y ayudan a los pacientes a mantener un peso estable. Es de importancia crucial que los pacientes no reemplacen las comidas con bebidas de proteína, sino que las consuman entre comidas a fin de “recibir más nutrición por trago”, explicó.

Reafirmaciones positivas. El nutricionista Woodward anima a los pacientes a entrar en diálogo positivo consigo mismos al preparar una comida o al tomar su alimento. Algunos de sus ejemplos de tal diálogo interior son: “Honro a mi cuerpo con alimento saludable”. “Deseo dar combustible a mi cuerpo”, o “Deseo reconstruir mi cuerpo”. Dice que tales reafirmaciones positivas pueden ayudar a los pacientes a reclamar la propiedad de su alimento y de su cuerpo y pueden servir como útiles recordatorios del papel que juegan los alimentos su propio bienestar.

La versión original de esta noticia se publicó en el sitio de noticias de Loma Linda University Health.

Traducción – Gloria A. Castrejón

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