22 de marzo de 2020 | Loma Linda, California, Estados Unidos | Por Carlos Fayard, PhD, profesor asociado de Psiquiatría de la Escuela de Medicina de la Universidad de Loma Linda

La actual pandemia está produciendo todo tipo de desafíos psicológicos: ansiedad de la muerte, aislamiento social, incertidumbre, preocupación por tener acceso a las necesidades básicas y la posibilidad de perder el trabajo. Las palabras aislamiento, confinamiento, reclusion y otras similares, conllevan un poderoso peso mental. No solo la mente sino también el cuerpo pagan un precio sustancial.

Existen numerosas y buenas recomendaciones sobre cómo enfrentar mejor esta pandemia, en particular si usted está confinado en su hogar. Permítame recordarle lo que Jesús dijo en Mateo 6:25-34: “Por tanto os digo: No os angustiéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento y el cuerpo más que el vestido? Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y, sin embargo, vuestro Padre celestial las alimenta (lea hasta el versículo 34).

Ahora bien, si alguien le dice “no se preocupe,” ¿dejaría usted de preocuparse? A la mayoría de nosotros se le haría difícil seguir ese consejo. Pero Jesús nos da cinco recomendaciones:

1. Observe a la naturaleza en detalle (v. 26, v. 28-30). Esto no implica una “simple mirada”, sino una observación detallada de la belleza. Esto genera un sentimiento de asombro. El sentido de asombro tiene un impacto positive sobre sus emociones y lo lleva a apreciar la mano del Creador. Si no usted no puede salir afuera, asegúrese de mirar imágenes de la naturaleza. Dedique tiempo a observar los colores, imaginando la textura de lo que ve y “oliendo” con su mente, imaginando lo que sería estar allí.

2. Descanso en el cuidado solícito de Dios (v. 26). Puede resultarle útil escribir un breve diario personal sobre las maneras en que ha visto la mano de Dios en su vida hoy. Vea qué puede hacer para mostrarse agradecido al Señor y pasar tiempo meditando en ello.

3. Viva de conformidad con los valores del reino de Dios (v. 33). Cuando nos sentimos amenazados, podemos vernos tentados a pensar primero en nuestras necesidades y a olvidar a los demás. Encuentre maneras simples de conectarse con los demás. Usted puede enviar mensajes de texto, correos electrónicos, llamar a los que conoce. He decidido que seguiré brindando servicios psicológicos a mis pacientes ya sea que pueda recibir o no compensación por la duración de esta pandemia. Usted también puede hallar una manera continuar con el servicio a otras personas.

4. No crea en todo lo que piensa (v. 27). Nuestro cerebro es una creación maravillosa. Jesús pregunta irónicamente si podemos añadir una sola hora a nuestra vida si nos preocupamos. ¡Por supuesto que no! En efecto, si nos preocupamos demasiado, podemos quitarnos horas de vida. Los terapeutas cognitivos las denominan “distorsiones cognitivas”.

  • “Pensamiento de todo o nada”: Cuando tendemos a ver las cosas en términos extremos.
  • “Generalizaciones exageradas”: Cuando tomamos un evento negativo y creemos que representa un patrón que abarca todas las cosas.
  • “filtro mental”: Cuando vemos las cosas a través de un lente pesimista.

Y así sucesivamente. Usted puede fácilmente buscar en Google “distorsiones cognitivas” y allí hallará listas exhaustivas.

Es mejor si usted escribe sobre lo que lo está preocupando, entonces busca la lista de “distorsiones cognitivas” y ve cuál es la que se aplica. Desafíe la distorsión. Recuerde que la verdad lo hará libre (Juan 8:32).

5. Establezca límites al tiempo que usa para preocuparse (v. 34). Jesús parece haber reconocido que su recomendación de no preocuparse (v. 25) no necesariamente sería seguida fácilmente, y sugirió que mantengamos las preocupaciones dentro del día en que estamos viviendo. Los expertos concuerdan en que si uno tiene que preocuparse, hay que fijar un tiempo para hacerlo. Por ejemplo, escoja las 17:00 horas y dedique toda una media hora a preocuparse de las cosas que merecen que se preocupe. No se distraiga en ninguna otra cosa. Si durante el día, nota que lo está acometiendo una preocupación, dígase a sí mismo que cuando llegue el momento, le dedicará toda una media hora a esa preocupación.

Por último, súmese a lo que dice el apóstol Pablo en Filipenses 4:6, 7: “ Por nada estéis angustiados, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús”.

¡Sí! Cuénteselo todo a Dios. Pablo nos dice que no dejemos nada afuera. Al derramar nuestro corazón ante Dios, sepa que usted pertenece a Jesucristo. Porque en él, no hay temor ni pandemia que pueda separarnos de su amor (Rom. 8:38-39).

 

Carlos Fayard, PhD, profesor asociado de Psiquiatría de la Escuela de Medicina de la Universidad de Loma Linda. Dirige el Centro de Colaboración de con la Organización Mundial de la Salud en el Departamento de Psiquiatría, y es autor del libro Principios cristianos para la práctica de consejería y psicoterapia.

Traducción de Marcos Paseggi

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