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Residentes de Loiza, un pequeño pueblo en la costa noreste de Puerto Rico reúnen prendas de vestir y zapatos para sus familiares en el centro “Otra Oportunidad”, ofrecido por la Iglesia Adventista allí, el 7 de febrero de 2018. Imagen de Abel Márquez/DIA

15 de febrero de 2018 | Loiza, Puerto Rico | Libna Stevens/DIA

¿Cómo se puede ayudar a un pequeño pueblo pobre y devastado por una poderosa tormenta? ¿Cómo brindar asistencia a las familias que casi perdieron todo en la tormenta? La iglesia adventista en Loiza, Puerto Rico, preparó un plan para ayudar a cientos de personas poco después del paso del huracán María en septiembre pasado. Los vientos de Categoría 5 de la tormenta azotaron toda la isla interrumpiendo la energía eléctrica y las torres de comunicación por días y semanas.

Después de brindar platos de comida todos los días para cientos de residentes semanas después del huracán, los miembros de iglesia comenzaron a visitar las comunidades para hallar cuáles eran las necesidades más acuciantes de cada lugar. Denominaron a esas visitas “días de esperanza” en las comunidades donde evaluaron necesidades, distribuyeron agua y hablaron con las personas, muchas de ellas ancianas, madres solas, desempleados y otros que se preguntaban cómo sobrevivir y reconstruir sus vidas.

Fue la oportunidad perfecta para el proyecto que el pastor Eduardo Mack y los miembros de iglesia de las tres iglesias adventistas de las que es pastor en Loiza había imaginado comenzar en 2018. Loiza es un pueblo empobrecido de unos 28 mil residentes a unos treinta minutos del noreste de San Juan, la capital del país.

“Mediante nuestras visitas a la comunidad, nos dimos cuenta cuánta necesidad había, de manera que comenzamos inmediatamente a recolectar prendas de vestir de la sede de ADRA en nuestra asociación y a ponernos en contacto con la sede municipal”, explicó el pastor Mack.

El pastor Eduardo Mack, quien está al frente de tres iglesias pequeñas en Loiza, dice que el centro es una manera de bendecir a la comunidad. Imagen de Libna Stevens/DIA

Ellos habían soñado con abrir un centro que pudiera ser una influencia positiva en la comunidad, pero ahora era urgente contar con un centro para ofrecer ayuda a las familias afectadas.

“Nos reunimos con el alcalde del pueblo y descubrimos que había mil familias que habían perdido todo, por lo que implementamos un sistema de cupones que las familias necesitadas podían traer al centro para ‘comprar’ artículos”, dijo Mack. Cada persona recibe un cupón de 25 dólares y selecciona el equivalente a ese monto de los artículos que necesita adquirir.

Otra oportunidad

El centro de prendas de vestir se llama “Otra Oportunidad”, y ha estado operando desde su apertura el pasado 5 de diciembre. Antes de la apertura del centro, los miembros de iglesia se ofrecieron como voluntarios para limpiar casas durante semanas después de la tormenta.

Durante la primera semana después de su apertura, el centro recibió a quinientas personas que vinieron en busca de prendas de vestir, artículos de higiene personal y alimentos. “Atendimos a unas cien personas por día, y en la actualidad nos visitan unas 45 personas por día”, dijo Mack.

El centro es operado por miembros de iglesia voluntarios que donan de su tiempo para seleccionar prendas de vestir y artículos, y ayudar a las personas que se acercan hasta allí.

“El huracán apresuró las cosas, y Dios abrió las puertas tan rápidamente para que se haga posible ‘Otra Oportunidad’, que ha sido una real bendición para la comunidad”, dijo Mack.

La alcaldesa ha estado tan agradecido por el trabajo que ha estado haciendo la Iglesia Adventista en el pueblo, porque no había nada para ayudar a tantas familias.

Bendecir la comunidad

“Estamos aquí para ser una bendición para los demás, para bendecir la comunidad, y de eso se trata el centro”, explicó Mack.

Maria Cirino (segunda desde la izquierda) y su hija Jacqueline, junto al pastor Eduardo Mack y otros voluntarios que ayudan a operar el centro cada semana. Imagen de Libna Stevens/DIA

Desde el uso de varias unidades del centro comercial vacío en el pueblo hasta las donaciones provenientes de ADRA, la Asociación del Gran Nueva York y la iglesia adventista de Coral Springs en Florida, Estados Unidos, Mack ve hasta qué punto el centro se está transformando en una influencia más grande en la comunidad.

“Este proyecto no solo ha sido bueno para la comunidad sino para los 85 miembros de las tres pequeñas iglesias adventistas del pueblo”, dijo Mack.

Maria Cirino ha estado colaborando como voluntaria desde que se abrió el centro. Ella creció en Loiza, y ha sido adventista desde que era pequeña. Es miembro de la iglesia adventista Pueblo. Sus responsabilidades en la iglesia de solo 14 miembros incluyen ser la secretaria de iglesia, secretaria de Escuela Sabática y directora de diaconisas.

Ser voluntaria de ‘Otra Oportunidad’ le ha brindado gozo, y le ha enseñado a pensar más en otros de la comunidad. “Me encanta ayudar y he aprendido cada día aquí que hay tantas personas necesitadas”, dijo Cirino.

Jacqueline Pérez, que es hija de Cirino, regresó desde Miami, Florida, con su familia para vivir con su madre, después del paso del huracán. Pérez se encarga de organizar las actividades en el salón del centro, dado que antes trabajó en una tienda de venta de ropa y artículos usados en Miami, donde seleccionaba las prendas de vestir y organizaba el trabajo en el establecimiento.

“Decidí quedarme y buscar trabajo, pero mientras espero, decidí ayudar en el centro”, dijo Pérez. “Era adventista, pero dejé la iglesia y ahora estoy de regreso en casa donde descubrí este maravilloso proyecto para la comunidad”.

Ahora en febrero, el centro abre solo de miércoles a viernes, informó Mack. “Muchos han logrado arreglárselas con lo que han obtenido del centro, y queremos transformar este proyecto en un centro continuo de influencia aquí en Loiza”, añadió.

Conexiones por medio de la ayuda

El pastor Eduardo Mack habla con Genaro e Isabel Fuentes, cuyo techo fue dañado después del huracán María. Son uno de los tres hogares que serán reparados en el vecindario por ADRA Puerto Rico. Imagen de Libna Stevens/DIA

Otra Oportunidad ha permitido que la comunidad sepa qué es la Iglesia Adventista del Séptimo Día y cómo cuidar a los demás, dijo Mack.

“Todo nuestro impacto se ha producido al conectarnos y ayudar a otros de la comunidad, al permitirles ver que seguimos a Jesús y su método de cuidar a los necesitados”, expresó.

El plan es ofrecer clases de fabricación de velas, para que las madres solas puedan comenzar un pequeño emprendimiento de vender velas caseras para colaborar con el sustento de sus familias. Otros servicios comunitarios que se han planificado incluyen la consejería y la educación para la salud, entre otros, según Mack.

En los próximos días, la iglesia, con la ayuda de ADRA en Puerto Rico, también está ayudando a reparar varios hogares de los residentes de más edad.

“Este es el amor de Dios en acción por medio de nosotros aquí”, dijo Mack.

Se están haciendo planes de buscar un lugar más permanente que tenga energía eléctrica, para así ayudar a reconstruir la vida de tantos integrantes de la comunidad.

Vea un corto video de este proyecto AQUI

Traducción de Marcos Paseggi

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