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15 de abril de 2020 | Loma Linda, California, Estados Unidos | Por: Carlos Fayard, profesor asociado de psiquiatría de la Universidad de Loma Linda

Mi esposa Elba y yo dimos una corta caminata por nuestro vecindario sin dejar de conservar una dosis saludable de “distanciamiento social” de los otros pocos que también se aventuraron a lo que parece ser un mundo muy diferente. Hace tan solo cuatro semanas, estábamos en San Diego para pasar hermosos momentos de descanso. Volamos entonces a Argentina para celebrar el centésimo cumpleaños de mi madre, y parece que mientras estábamos en el aire, todo el mundo se dio vuelta por completo. Fuimos el último grupo de pasajeros que logró pasar sin que nos pidan que estemos en cuarentena. Mientras estábamos preparando el cumpleaños de mi madre, nos enteramos de que se estaba aconsejando que saliéramos del país. Unas horas después nos encontramos en un viaje de regreso rodeados de personas con tapabocas y que pasaron por una revisión al llegar. Y ese fue tan solo el comienzo.

¿Cómo ha cambiado su vida? Para la mayoría, tenemos que aprender a vivir con el temor de contraer este feroz virus mientras tenemos que ajustarnos a una de las necesidades humanas más preciosas: La cercanía con familiares y amigos. Hay otros que están luchando más allá de eso. Nuestra hija, que es doctora en medicina y está capacitándose en psiquiatría en el Hospital de Loma Linda, nos dijo que hay muchas personas desesperadas que llegan a la sala de emergencias porque están pensando en suicidarse. El impacto acumulativo de la pérdida del empleo, no tener para pagar el alquiler o renta, la búsqueda de un lugar para vivir y síntomas que se parecen al COVID-19 han empujado a algunos de los más vulnerables al límite.

¿Cómo va a ser su salud mental después de la pandemia? Bueno, así como está ya está siendo duro. Una encuesta que llevó a cabo la respetada Fundación Familia Kaiser halló que los niveles de estrés que afectan a los habitantes de los Estados Unidos se incrementaron de un 32 por ciento a comienzos de marzo al 45 por ciento a fines de ese mes. De catástrofes previas sabemos que el impacto real y emocional duradero se hace más evidente después de la finalización del evento. Se ha informado que China, que ahora está emergiendo de la pandemia, ha visto un aumento significativo en los divorcios. Es probable que también se produzca un efecto acumulativo en los problemas emocionales.

Aunque nadie es immune a las aflicciones emocionales, ¿quién podría ser más vulnerable? La Organización Mundial de la Salud ha identificado los grupos que se mencionan a continuación como las población con mayor riesgo.

Puede que usted se pregunte, por ejemplo, por qué las mujeres o los obreros de la salud son más vulnerables. Para las mujeres, algunos países están reportando un nivel creciente de violencia doméstica durante el confinamiento. Los obreros de la salud están siendo testigos de escenas terribles y, encima de ello, se han convertido en los “nuevos leprosos”: en personas que son vistas como portadores potenciales del COVID-19 y son por lo tanto evitadas, lo que les crea un aislamiento mayor.

¿Cómo saber si su angustia actual puede transformarse en algo digno de preocupación?

  • Usted se encuentra en uno de los grupos poblacionales de más arriba y sufre de afecciones que influyen sobre su vulnerabilidad
  • Su dolor y sufrimiento emocionales no parecen disminuir o desaparecer
  • Usted procura regresar a su rutina regular (por ejemplo, su productividad en el trabajo y actividad social) pero no puede (es decir, no tiene la energía para hacerlo)
  • Comienzan a aparecer otras complicaciones (por ejemplo, conductas adictivas, pensamientos suicidas, letargo, menor motivación, soledad dolorosa)

Naturalmente, su manera de experimentar el costo emocional de la pandemia podría ser diferente de lo que se sugiere más arriba. Entre las reacciones comunes puede haber:

  • Dolor por la pérdida de seres queridos, pérdidas materiales, pérdida de la fe, pérdida de un sentido de significado
  • Temor de morir
  • Sentimientos de soledad, abandono u olvido
  • Enojo debido a que las pérdidas se podrían haber prevenido si los que ocupan puestos de autoridad hubiera hecho algo diferente, o enojo con cualquier persona que haya podido transmitir el virus

¿Cómo puede usted proteger su salud mental aun durante el período de aislamiento?

  • Siga conectado con su familia, amigos, vecinos y familiares
  • Participe de actividades saludables como el ejercicio, una buena rutina de sueño, e ingiera alimentos nutritivos
  • Controle el flujo de noticias. Un exceso puede resultar perjudicial. Quizá usted ha visto cómo, detrás de los conductores de los programas de noticias, aparecen imágenes flotantes del virus. Las organizaciones de noticias saben que el temor puede crear más televidentes. No se deje atrapar por ello.
  • No permanezca sin hacer nada. Procure no solo mantener su rutina regular en el hogar, pero busque y únase a clases interactivas de Escuela Sabática donde pueda comentar. Mire los muchos predicadores maravillosos que están llegando a los hogares de muchas maneras. Si hay momentos de canto, cante con todo el corazón, como lo haría en la ducha.
  • Enfóquese en las promesas de Dios. Por ejemplo, en Salmos 91. Sugiero que lo haga de la siguiente manera:
    • Léalo una vez de comienzo a fin, pero sin apurarse. Permita que las ricas imágenes del salmo cobren vida, y que las palabras de consuelo se asienten en su mente y corazón.
    • Haga una pausa en el versículo 1 e imagínese descansando en la sombra protectora del Señor. Recuerde un momento en que estuvo afuera al solo y recuerde cómo se sintió al hallar algo de sombre y descanso allí. Colóquese en ese lugar y, al igual que Israel, permita que la sombra de Dios esté sobre usted
    • Usted podría tomar la decisión de enfocarse en imágenes similares en el versículo 4. Permita que su imaginación capte la bondad y el poder de Dios que lo rodea a usted y a sus seres queridos
    • Entienda que protección no es lo mismo que no estar bajo ataque. En efecto, necesitamos protección porque estamos bajo severos ataques (vers. 5, 6, 7, 12, 13 y 15)
    • ¿Cuándo fue la última vez que usted pensó en su ángel guardián? Imagine que su propio ángel lo levanta (vers. 12)
    • Enfóquese en la esperanza (vers. 14) y cultive la confianza (vers. 14-16)
    • Usted solo puede confiar en los que conoce bien. Enfóquese en Jesús (Juan 15). Sea como María (Luc. 10: 38-42)

Si se le hace difícil controlar sus preocupaciones, trate de seguir las recomendaciones extraídas de Mateo 6 en esteenlace

Hay ayuda disponible por medio de muchos consejeros cristianos que brindan recursos en línea. Conéctese con ellos. Sin temor ni vergüenza. Recuerde que aun Jesús llamó en momentos de sufrimiento (Mat. 27:46).

Una de las situaciones más difíciles que puede generar esta pandemia es un sentido de desesperanza para los que, por múltiples razones, pueden llegar a pensar que no vale la pena vivir. Aunque ellos necesitan ser tratados inmediatamente, algo a lo que usted debería instarlos, usted podría hallar una manera de ministrarle también a ellos.

¿De qué manera podría ministrar usted a los que están angustiados?

  • Cree una atmósfera segura y privada para que la persona comparta sus pensamientos.
  • Use una serie de preguntas en las que la respuesta lleve naturalmente a otra pregunta.

Por ejemplo, si la persona ha expresado ideas suicidas:

  • No juzgue a la persona por mostrarse suicida.
  • Ofrezca hablar a solas con la persona o con otras personas de su elección

Comience con el presente: “¿Cómo se siente?”

Reconozca los sentimientos de la persona: “Te veo triste/ molesta. Quiero hacerte algunas preguntas sobre eso”.

“¿Cómo ves el futuro? “

“¿Qué esperanza tienes para el futuro? “

“Algunas personas con problemas similares que han dicho que sienten que no vale la pena vivir. ¿Te vas alguna vez a dormir deseando no despertarte en la mañana?

“¿Piensas en causarte algún daño?”

“¿Has hecho algún plan de poner fin a tu vida? Si es así, ¿qué es lo que estás planeando hacer?

“¿Tienes los medios para quitarte la vida? ¿Has pensando cuándo lo harás?”

“¿Has intentado suicidarte?”

Si la persona ha expresado ideas suicidas:

  • Mantenga una actitud calma y de apoyo
  • No le haga falsas promesas
  • Cuéntele que el Señor ha conocido el sufrimiento de primera mano (Heb. 2:18; 4:15-16; 1 Ped. 2:21). Él sabe lo que se siente estar en un lugar sin esperanza (Mat. 27:46)
  • Invite a la persona para que considere buscar consuelo en Dios, dado que así es como esa persona podría aprender cómo consolar a otros (2 Cor. 1:3-7)
  • Al animar a la persona para que busque ayuda profesional, ofrezca mantenerse en contacto de manera periódica. Usted no tiene por qué asumir esto como una responsabilidad propia, pero tener un contacto periódico y predecible, solo para escuchar, podría brindarle el apoyo que la persona podría necesitar.
  • Si la persona indica una intención clara de quitarse la vida, tiene un plan y muestra la intención de llevarlo a cabo:
    • Permanezca en línea con ellos mientras usted hace que otra persona llame a las autoridades para encontrarse con la persona que está pasando por ese momento

La pandemia llegará a su fin. Es de esperar que su vida regrese a la normalidad. ¿Podrá usted mirar hacia atrás a este momento como una serie de circunstancias que lo fortalecieron en la fe, lo hicieron más compasivo y generoso, y dispuesto a dar una mano de ayuda a los demás?

Si su vida emocional no regresa a lo normal. Sepa que usted sigue bajo la mirada tierna de su Padre celestial, y que hay ayuda para usted. Su iglesia está llegando a estar en mayor sintonía con las necesidades emocionales de sus hombres y las comunidades a las que sirve. Busque la ayuda que necesita.

Que sus oraciones por todos nosotros nos lleven a saber que “Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones. Por tanto, no temeremos” (Sal. 46: 1, 2).

Carlos Fayard, PhD, es profesor asociado de Psiquiatría en la Escuela de Medicina de la Universidad de Loma Linda. Dirige el Centro de Colaboración con la OMS en el Departamento de Psiquiatría, y es autor de “Principios cristianos para la práctica de la consejería y la psicoterapia”.

Traducción de Marcos Paseggi

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