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29 de abril de 2020 | Miami, Florida, Estados Unidos | Por: Carlos Fayard y Belkis Archbold, para Noticias de la División Interamericana

Muchos expertos predicen una pandemia en salud mental después del COVID-19. Devora Kestel, Jefa de Salud Mental y Abuso de Sustancias de la Organización Mundial de la Salud (OMS), cree que el impacto acumulativo de los efectos de la pandemia será similar a los que se experimentaron en otras catástrofes o aun en guerras: uno de cada cinco individuos se verá afectado por la ansiedad, la depresión y otros problemas emocionales. La posible exacerbación de los problemas de salud emocional por estar en cuarentena y confinamiento por períodos prolongados de tiempo, el temor al contagio y la privación emocional del distanciamiento social, el efecto en cascada de la recesión económica que resulta en la pérdida de empleos, el cierre de empresas y fondos de retiro, y está destinada a generar una pandemia en salud mental global.

Aunque nadie puede estar seguro de que se producirá una pandemia de salud mental, como una iglesia que cree en el ministerio de toda la persona, ahora podríamos prepararnos para responder y ministrar a las necesidades de las comunidades a las que servimos.

Elena G. White, una de las pioneras de la Iglesia Adventista, guio a la iglesia para que comprendiera la importancia de la salud mental en el ministerio. Hace más de cien años escribió: “Muy íntima es la relación entre la mente y el cuerpo. Cuando una está afectada, el otro simpatiza con ella. La condición de la mente influye en la salud mucho más de lo que generalmente se cree. Muchas enfermedades son el resultado de la depresión mental. Las penas, la ansiedad, el descontento, remordimiento, sentimiento de culpabilidad y desconfianza, menoscaban las fuerzas vitales, y llevan al decaimiento y a la muerte” (El ministerio de curación, p. 185).

Resulta interesante que Elena G. White habría destacado la depresión como algo de un impacto abarcador sobre la salud y el bienestar. La Organización Mundial de la Salud ha identificado la depresión como la afección de salud mental que tiene el impacto más significativo sobre los individuos, las familias y aun la economía de comunidades enteras.

Hasta hace poco, no se conocía hasta qué punto la depresión juega un papel causal en muchas enfermedades. Investigaciones recientes publicadas en la revista científica Molecular Psychiatry[1] hallaron que en efecto, la depresión tiene un papel causal en muchas afecciones médicas, un hecho que antes no se conocía. ¿Hemos nosotros, como comunidad de la fe, tomado la visión de Elena G. White con la debida seriedad? ¿Estamos preparados para responder a este desafío?

Las necesidades de salud mental que se encuentran en las comunidades de diversas partes del mundo son grandes, y es muy probable que se incrementen en el futuro cercano. La preparación adecuada requiere que la iglesia sepa cómo, qué, y dónde brindar respuestas, y así también ser conscientes de los obstáculos para implementarlas. El qué y el dónde están relacionados estrechamente, por lo que los analizaremos juntos, seguidos del cómo y los obstáculos posibles que involucra este tipo de ministerio. Los ítems específicos de la agenda que siguen a continuación han sido implementados con éxito en diversas partes de la División Interamericana y en otras partes del mundo.

Qué y dónde

La iglesia tiene la bendición de contar con un sistema maravilloso de iglesias locales, escuelas e instituciones médicas que, cuando trabajan en sinergia, pueden tener un impacto poderoso sobre sus comunidades. Imagine si las iglesias llevaran a cabo ferias de salud con énfasis en la salud mental, si líderes espirituales presentaran seminarios que enseñan principios bíblicos sólidos para fortalecer el carácter y desarrollar resiliencia, las escuelas se ocuparan de sus estudiantes vulnerables, e instituciones de salud que integraran con detenimiento la salud conductual a todos sus servicios. Imaginen si hiciéramos eso sin perder nuestra identidad y enfoque cristiano. Entenderíamos entonces la visión que delineó Elena G. White hace más de cien años. ¡Y sería algo poderoso! Aquí está el qué y el dónde:

  • Iglesia local: Muchas iglesias llevan a cabo ferias de salud. Deberíamos incluir una presencia robusta en el área de salud mental. Use un examen diagnóstico común para la depresión, como una manera de identificar a los que podrían beneficiarse de una consulta allí mismo con un profesional capacitado. Hemos administrado ese examen diagnóstico al final de una hora de culto a cada adulto que asistió y brindado consultas al 15-20 por ciento de los presentes. Algunos fueron entonces derivados a profesionales capacitados mientras que la iglesia siguió brindándoles apoyo espiritual y emocional.
  • Líderes espirituales: Los pastores, los profesionales de salud, los educadores y otros pueden ofrecer seminarios sobre salud emocional como una manera de llegar a la comunidad. La División Interamericana, en colaboración con la Universidad de Loma Linda, cuenta con un programa de capacitación conocido como “Sobre las alas del águila” , que enseña habilidades que permiten mejorar el perdón, la gratitud y la compasión, arraigados en principios bíblicos y basados en prácticas con fundamento científico. Los objetivos de los seminarios son ayudar a que los participantes desarrollen fortalezas de carácter y resiliencia, y brindar identificación temprana de angustia emocional para los que necesitan esos servicios. El seminario realiza un diagnóstico de rutina en busca de niveles de depresión, para identificar a los que necesitan ayuda profesional, mientras que la iglesia sigue brindando apoyo emocional y espiritual. La capacitación incluye aprender habilidades básicas de apoyo emocional para servir mejor a la comunidad. También hemos preparado seminarios similares para responder a situaciones traumáticas y de abuso de sustancias. Capacitar a los líderes espirituales es fundamental, dado que las necesidades emocionales del mundo exceden lo que los profesionales pueden hacer.
  • Escuelas: Las instituciones educacionales están incorporando profesionales de salud mental al personal de apoyo. En la mayoría de los casos, las escuelas están haciendo un muy buen trabajo para llegar a sus estudiantes y brindar apoyo a los que lo necesitan. Las escuelas que no han podido hacerlo, podrían conectarse con sistemas más grandes y recibir la asistencia que necesitan.
  • Instalaciones médicas: La atención de toda la persona ya no es una filosofía adventista particular. Mediante la integración de la atención conductual a la atención primaria, las clínicas de especialidades y las instalaciones hospitalarias han mostrado que contribuyen a mejoras en la salud física y mental. Hasta ahora, pocas instituciones adventistas han captado y adoptado este concepto. Los hospitales y clínicas misioneros acaso no estén equipados para brindar este tipo de servicio. La pandemia ha impulsado el uso de la telemedicina a la hora de brindar atención. La iglesia podría facilitar una red de proveedores que podrían guiar a los profesionales locales de la salud en el campo misionero, quienes podrían ofrecer tratamiento y monitorear el progreso, en consulta con especialistas.

Cómo

Es de suma importancia nuestra manera de llevar a cabo el ministerio de salud emocional. Como cristianos adventistas del séptimo día, poseemos una identidad que está arraigada en el modelo de ministerio basado en la compasión, ejemplificado por Jesús e influido por una misión de afirmar las buenas nuevas del evangelio.

Elena G. White propuso una serie de avenidas mediante las cuales puede llevarse a cabo la sanación emocional: “El valor, la esperanza, la fe, la simpatía y el amor fomentan la salud y alargan la vida. Un espíritu satisfecho y alegre es como salud para el cuerpo y fuerza para el alma. ‘El corazón alegre [gozoso] es una buena medicina’” (Proverbios 17:22; White, Elena, El ministerio de curación, p. 185). Aunque deberíamos resistir la tentación de simplificar exageradamente la implementación de esta declaración, queda sumamente claro que la fe juega un papel fundamental.

Como adventistas del séptimo día, no es suficiente llevar a cabo bien la salud mental. Por supuesto, deberíamos ser reflexivos, usar buena información, mostrarnos éticos y profesionales, pero la salud mental no es una cirugía. Hay sólidas investigaciones que señalan la importancia de tener en cuenta e incorporar la fe en las intervenciones de salud mental. No alcanza con simplemente replicar lo que hace la salud mental secular. Tener una identidad Cristiana no es lo mismo que querer imponer nuestras creencias. Tener una identidad cristiana significa entretejer las mejores prácticas basadas en evidencias con una comprensión de las Escrituras, para experimentar un “corazón alegre” en medio de los desafíos.

Obstáculos

Los adventistas del séptimo día no estamos inmunes a los desafíos en lo que respecta a nuestra manera de comprender e implementar la salud mental. A continuación mencionamos algunos de los obstáculos o áreas que hay que tener en cuenta a la hora de implementar un ministerio de salud mental.

  • Asegúrese de que no importa lo que haga, cuente con un apoyo profesional creíble al que hacer referencia a la hora del tratamiento, en aquellos que alcancen y superen su nivel actual de conocimiento o capacidad. Ofrecer un seminario en su iglesia que usted aprendió en pocos días puede dañar a las personas que usted desea ayudar. Usted podría meterse en algo que claramente supera sus capacidades.
  • Revise las credenciales de los profesionales de salud mental (sean o no adventistas) que están pensando en ayudarle. Podría sorprenderse al saber cuántos afirman tener títulos académicos que no poseen, o que fueron obtenidos en programas no acreditados o de dudosa reputación. Afirmar que se es cristiano no siempre equivale a mostrarse íntegro.
  • Evite esos profesionales de salud mental con definiciones vagas de lo que significa espiritualidad. Hay algunos que afirman que es lo mismo hablar del “significado de la vida” que mostrarse influido por ideas bíblicas. Hay algunos que se basan en la meditación de conciencia plena (conocida como mindfulness) y otras prácticas de trasfondo budista y afirman ser “espirituales”. Practicar el ministerio en un contexto Cristiano debería reflejar la identidad cristiana. Usted puede variar cuán explícito se va a mostrar dependiendo de su audiencia, pero los profesionales con definiciones vagas tienden a mostrar una identidad también vaga.
  • Nunca trabaje solo. Este ministerio puede resultar duro para su propia salud mental. Todas y cualquiera de las ideas presentadas más arriba debería ser llevada a cabo en cooperación con líderes espirituales, profesionales de salud y de la salud mental. Si usted no entra en ninguna de estas categorías, hay un lugar para usted. He trabajado con líderes laicos cuya pasión resultó en un ministerio extraordinario. Toda iniciativa necesita de un “campeón”. Esperar que los pastores u otros profesionales tomen la delantera puede no llevarlo a ningún lado.

Nadie dijo que el ministerio es fácil. Consuélese con el hecho de que todos los que ministraron en la Biblia (Jesús, Pablo, Pedro, etc.) enfrentaron desilusiones, malentendidos y oposición. Ore para que el Señor lo guíe junto con individuos con intereses similares y que él le abra las puertas.

Recuerde que nuestro ministerio busca que todos pueden tener una “vida en abundancia” (Juan 10:10), y eso lo incluye también a usted.

Carlos Fayard, PhD, es profesor asociado de psiquiatría en la Escuela de Medicina de la Universidad de Loma Linda. Está al frente del Centro de Colaboración con la Organización Mundial de la Salud, del Departamento de Psiquiatría, y es autor del libro “Christian Principles for the Practice of Counseling and Psychotherapy.” [Principios cristianos para la práctica de la consejería y la psicoterapia]

Belkis Archbold, RN, es directora de ministerios de salud de la División Interamericana de la Iglesia Adventista del Séptimo Día.

[1] Mulugeta, A., Zhou, A., King, C. et al. Association between major depressive disorder and multiple disease outcomes: a phenome-wide Mendelian randomisation study in the UK Biobank. Mol Psychiatry (2019). https://doi.org/10.1038/s41380-019-0486-1

Traducción de Marcos Paseggi

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