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29 de enero de 2021 | Silver Spring, Maryland, Estados Unidos | Ted N.C. Wilson, President de la Asociación General de los Adventistas del Séptimo Día

¡Hola amigos! ¿Alguna vez se han sentido solos, como si fueran la única persona a favor de Dios? 

En la Biblia, hay varios ejemplos de personas que experimentaron ese tipo de sentimientos y más. Quizás uno de los más interesantes es el del profeta Elías, el profeta fiel de Dios que sirvió durante una época muy desalentadora de apostasía y rebelión en Israel. Quien reinaba era el rey Acab, con su malvada esposa, Jezabel, a su lado. 

Muchos aspectos del importante ministerio de Elías están registrados en el libro de 1 Reyes, y quizás la historia más conocida sea la que detalla la asombrosa experiencia de Elías en el Monte Carmelo, como se registra en 1 Reyes 18. 

Estoy seguro que están familiarizados con esta historia, de cómo Elías convocó a todo Israel para que se reunieran en la cima del monte, donde serían testigos de una demostración milagrosa del poder de Dios en el enfrentamiento entre Baal y Jehová. Todo el día, los profetas de Baal suplicaron a su dios falso, llorando, gritando y sajando su cuerpo con la esperanza de que su dios de madera consumiera el sacrificio sobre su altar. Pero todo fue en vano.

 Por otro lado, ahí estaba Elías, valiente, de pie y solo, para permanecer firme al único Dios verdadero. Se nos da una imagen muy clara en el libro Profetas y Reyes:  “Frente al rey Acab y a los falsos profetas, y rodeado por las huestes congregadas de Israel, estaba Elías de pie, el único que se había presentado para vindicar el honor de Jehová. Aquel a quien todo el reino culpaba de su desgracia se encontraba ahora delante de ellos, aparentemente indefenso en presencia del monarca de Israel, de los profetas de Baal, los hombres de guerra y los millares que le rodeaban. {PR 107.2}

La historia continúa con Elías clamando al pueblo: “¿Hasta cuándo claudicaréis vosotros entre dos pensamientos? Si Jehová es Dios, seguidle; y si Baal, id en pos de él. Y el pueblo no respondió palabra.” (1 Reyes 18:21)

Nadie, aparentemente, estaba dispuesto a apoyar a Elías en reconocer al único Dios verdadero. Aunque era el único que se había presentado, en realidad, continúa el texto, “Pero Elías no estaba solo. Sobre él y en derredor de él estaban las huestes del cielo que le protegían, ángeles excelsos en fortaleza. Sin avergonzarse ni aterrorizarse, el profeta permanecía de pie delante de la multitud, reconociendo plenamente el mandato (Divino) que había recibido.” (p. 107).

Por fin, después de haber reconstruido minuciosamente el altar de Dios, colocar el holocausto sobre él y haber derramado con agua tres veces, el profeta oró: ““Jehová Dios de Abraham, de Isaac y de Israel, sea hoy manifiesto que tú eres Dios en Israel, y que yo soy tu siervo, y que por mandato tuyo he hecho todas estas cosas.  Respóndeme, Jehová, respóndeme, para que conozca este pueblo que tú, oh Jehová, eres el Dios, y que tú vuelves a ti el corazón de ellos.  (1 Reyes 18:36,37).” . Al instante, el fuego descendió del cielo, consumiendo el holocausto, la leña, las piedras, el polvo y lamiendo el agua que rodeaba el altar. La oración de Elías fue escuchada y respondida.

¿ Alguna vez te has sentido como si estuvieras solo por Dios? Ten la seguridad de que, aunque no lo parezca, no estás solo. Dios está contigo. Sus ángeles te rodean. Él te dará la sabiduría, la guía y el valor para defenderte en cualquier circunstancia. Y recuerda, cómo Dios le recordó más tarde a Elías, también hay otros creyentes fieles. “Y yo haré que queden en Israel siete mil,” Dijo Dios, cuyas rodillas no se doblaron ante Baal, y cuyas bocas no lo besaron. (1 Reyes 19:18).

Seamos fieles a Él, dondequiera que Él nos llame a ir, sabiendo que “Fiel es el que os llama, el cual también lo hará.” (1 Tesalonicenses 5:4).

Oremos juntos.

Padre celestial, gracias por la maravillosa experiencia de Elías, al mostrarnos cómo podemos permanecer fieles a ti mientras nos apoyamos completamente en tu poder. Señor, bendice a todos los que necesitan atención especial de aliento, de poder sustentador del cielo. Ayúdanos a comprender que, independientemente de lo que nos pidas que hagamos o de lo bien que nos sintamos mientras te representamos, estás con nosotros y la fuerza angelical puede rodearnos y apoyarnos y animarnos. Señor, nos ponemos en tus manos, envía al Espíritu Santo para que nos llene y nos use mientras proclamamos tu mensaje en estos últimos días de la historia de la tierra, gracias por estar con nosotros, en el nombre de Jesús te lo pedimos, Amén.

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